CAPITULO 47

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Como el cereal sin dejar de ver la tarjeta. Ella no puede esperar que de verdad vaya, va en contra de todas las leyes de la ética moral, pero también él está atravesando un momento de dolor, requiere todo el apoyo posible. A quién engaño, no estoy lista para encontrarme con Efraín aún, creo que nunca lo estaré.

Deambulo por el apartamento, ingreso a la habitación de Mei ordenándola, como siempre es zona de desastres, pero sé de antemano lo que hago, pasando el tiempo para no ir y tener un pretexto que me excuse.

Miro el reloj de pared, las 3:50 p.m. quizás si me mantengo a distancia, en un lugar donde él no me vea. Tomada la decisión corro a mi recámara, me pongo el vestido negro Oscar de la Renta que me obsequió mi tía, me calzo con unas sandalias cerradas adelante y unos tacos que me hacen mucho más alta, todavía estoy en el proceso de aprender a caminar con ellos.

Cuando estoy lista son las 4:05 p.m. salgo con la intención de coger un taxi, pero brillan por su ausencia. Un coche se detiene en frente de mí.

-Hola Tammy. -Me saluda. Para mi asombro es Sebastián.

-Hola, eres muy oportuno, ¿A dónde vas?

-Al trabajo ¿Y tú?

-A un funeral, pero voy tarde, tardísimo.

-Vamos sube, permíteme devolverte el favor.

-No tienes qué.

-No te preocupes, sube. -Me abre la puerta del copiloto.

De camino intercambiamos miradas tímidas y sonrisas, de vez en cuando hablábamos del clima o el tránsito, y otra vez el silencio se imponía, me sentí aliviada al llegar al cementerio.

-Gracias. -Me bajé deprisa, quedando como una estatua de piedra en la entrada.

- ¿No es este el lugar? -Preguntó Sebastián.

-Sí es, pero no sé si pueda lograrlo.

- ¿A qué te refieres?

-Mi ex novio entierra hoy a su esposa. Me dejó por ella, me destrozó, pero aquí estoy, creo que mi dignidad se quedó en casa.

-Al contrario, es noble lo que haces, interpones tus sentimientos para dar apoyo a un amigo.

-Lo será si logro entrar.

Sebastián cerró el coche, caminó en mi dirección y me ofreció su brazo. Lo rodee con el mío y juntos ingresamos.

Llegamos, pero preferí mantenerme a unos cuantos metros de distancia. Mi corazón estalló en mi pecho cuando lo vi, una extraña sensación de emoción me embargó, seguía tan guapo como siempre. Vestido de negro, tan varonil, su rostro perdido en el suelo, con el semblante triste. Desee ir a abrazarlo, darle mi consuelo, que supiera que no está solo.

El Padre terminó de leer un versículo de la biblia, roseó agua bendita sobre el ataúd, que fue bajada hasta tocar fondo.

Pude divisar a Mei y Glenn cerca de Efraín, con él los que creo son sus padres y al otro extremo los suegros, ya que la mujer no paraba de llorar y el hombre de expresión sombría, la abrazaba.

Los familiares y amigos pasaron a dar las condolencias, estaba dispuesta a decirle a Sebastián que nos fuéramos cuando él levantó su vista y se encontró con la mía. Su atención recayó por completo en mí, abrió los ojos sorprendido al reconocerme, y sin importarle la gente a su alrededor, cruzó hacia nosotros.

Me quedé petrificada, intenté huir, pero el estúpido tacón se hundió en el césped.

- ¿Tammy? -Consultó dubitativo.

EfraínWhere stories live. Discover now