CAPITULO 19

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- ¿Cómo es esto posible? -Gritaba Mei desesperada, al tiempo que evaluaba los daños acabábamos de pagar la multa para sacar el vehículo del depósito de la policía y nos dimos cuenta que rompieron el vidrio de la ventana trasera y se llevaron todo lo que compramos en el Mall.

- ¿A dónde vas? -Consulto cuando la veo alejarse con paso firme.

-Alguien tiene que responder por los daños y, además, nos han robado. -Expresa molesta.

No intento detenerla, en realidad me alegro que se hayan llevado las cosas, todo lo compró a su gusto, nada era de mi agrado, pero estaba tan emocionada comprando y por supuesto, el hecho que ella pagó con su dinero.

Nos acercamos al mostrador dónde minutos antes aquel hombre nos atendió. Su cabeza parecía una bola de billar y si era cierto que los policías comían donas, este de seguro consumía una caja diaria, su prominente vientre, redondo como un melón, hacía que se le abrieran un poco los botones de la camisa. Se acercó de forma perezosa con una humeante taza de café

- ¿Se les ofrece algo más? -Nos miró embozando un pronunciado bostezo.

-Mi coche sufrió vandalismo, rompieron una ventana y han extraído las pertenencias que habían dentro.

-Ponga la denuncia. -Pronunció, al tiempo que probaba su bebida.

-Estoy haciéndolo. -Mei achicó aún más sus achinados ojos.

-No conmigo, vayan al departamento de policía.

-Usted también es la ley. -Le señala la placa que guindaba de su azulada camisa.

-No, mi trabajo aquí es diferente, el vehículo estaba así cuando los trajeron.

-Eso no es cierto. -Mei golpea con la palma de la mano abierta el mostrador.

-Señorita le sugiero que se calme. _Le advirtió.

Pero mi amiga no se dejó intimidar, lo miraba fijo cruzándose de brazos.

-No me moveré de aquí hasta que me solucionen esta situación.

-Tome asiento, va a hacer una larga espera.

A nuestra espalda había una banca de madera.

- ¿Es enserio? -Consultó arqueando una ceja.

El hombre se encogió de hombros restándole importancia a sus palabras y se devolvió sobre sus pasos.

-Heyyy no hemos terminado aquí. -Mei siguió tocando el timbre de la campanita, pero no salió más.

-Mei, vámonos no me apetece visitar de nuevo la cárcel. Quizás Efraín nos cotice una ventana a buen precio.

-No, no me iré. -Mete su menuda cabeza a través de la diminuta ranura del cristal del recibidor. _Conozco mis derechos. -Insiste y yo muero de la congoja.

-El señor no puede resolver nada ya lo escuchaste. -Le hablo pausado, intentando tranquilizarla.

-Pagamos su salario con el exagerado cobro de impuestos y no puede ayudarnos. -Eleva el tono de voz.

Billy, que era el nombre del hombre regordete se asoma hablando a un comunicador sujeto a su camisa.

-Central, tenemos un problema aquí, un par de locas están distorsionando la paz. Cambio.

-Oh no, no señor, usted perdone. -Manifiesto al tiempo que jalo a Mei del brazo intentando sacarla pero opone resistencia. -Escúchame tú niña malcriada, deja de hacer berrinches. -Intento imponerme. -No quiero ser arrestada otra vez, así que mueve tu asiático trasero afuera o te juro Mei Lee, que te sacaré a patadas.

EfraínWhere stories live. Discover now