Pasado

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El tercer partido de España en el mundial acababa de empezar cuando una llamada hizo que todo se desmoronase.

Contesté entre los vitores de los fanáticos a mi alrededor.

- Tienes que volver, Leah. -habló la voz de mi madre.

- ¿Qué ha pasado mamá? -pregunté notando su tono preocupado.

- Es Alex, él.. ha vuelto y ha amenazado a tu hermano. -habló y la voz se le cortó.

No podía ser verdad.

No otra vez, por favor.

Alex era mi exnovio, se había ido del país, dejándome completamente abandonada después de acusarme a mi de ponerle los cuernos cuando él había sido el que lo había hecho durante toda nuestra relación.

Siempre decía que yo nunca iba a estar con nadie que no fuese él, porque si no iba a matarlo.

Y hacia unos días Pedri había anunciado al mundo exactamente eso.

- Mamá, voy a coger el primer vuelo, por favor tened cuidado. -hablé levantándome del asiento.

- Ten cuidado tu, Leah, él no va a parar, lo sabes. -habló llorando y yo colgué.

Ana me miró, preocupada al ver mi cara.

- Alex ha vuelto. -dije y le bastó para entenderme.

- Volvemos ahora mismo. -habló ella levantándose.

- No, tu vas a quedarte aquí, quédate con ellos, estarás bien, me dará tiempo de llegar al próximo partido. -aseguré antes de besarle la mejilla y salir corriendo del estadio.

No miré atrás.

Llegué al hotel, cogí mi maleta y salí disparada hacia el aeropuerto, en busca del primer vuelo que saliese hacia Barcelona.

Tardé entre escalas y todo casi dos días en llegar a casa, me dolía el cuerpo y estaba agotada.

Los chicos me habían mandado miles de mensajes a los cuales solo les respondía que todo iba bien y que volvería pronto.

Llegué a casa en un taxi y bajé corriendo, casi rompiendo la puerta al entrar.

- Leah. -dijo mi hermano pequeño al verme, sus ojos se inundaron al instante y corrió a abrazarme.

- ¿Estás bien? ¿dónde está mamá? -pregunté levantándolo.

Tan solo tenía cuatro añitos y nada ni nadie iba a ponerle una mano encima, no sin pasar antes por mi.

Mi madre apareció por la cocina y me abrazó con fuerza.

- Está por aquí, no tardará en.. -no pudo terminar la frase.

Los golpes que se escucharon fuera de la puerta me recordaron a cada uno de los que él me había dado a mi.

- ¡Sé que estás ahí, zorra! ¡sal si no quieres que Julian salga heridito! -gritó amenazando a mi pequeño hermano, que se tapó los oídos.

Miré a mi madre y le hice un gesto para que escondiera a Julian arriba y ella lo hizo sin rechistar.

Abrí la puerta y los ojos verdes de Alex me atravesaron.

- Tienes que irte, Alex. -hablé de forma dura.

- ¿Qué tal folla el jugadorcito? -soltó una risa.

- No estoy con nadie, déjalo estar ya, ¿por qué has vuelto? -seguí de brazos cruzados.

- He vuelto por ti mi amor, para tener la vida que queríamos juntos. -sonrió intentando tocar mi cara.

- No vamos a volver, Alex, me destrozaste y amenazaste con matar a un niño. -hablé intentando calmarme.

Sin rumbo +18 - PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora