G.M [FINALIZADO]

Capítulo 10

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La cueva estaba bastante seca y Qi Yan introdujo las ramas que utilizaba como antorchas en las grietas de roca de la pared.

Buscó un terreno más elevado, se quitó la túnica y la extendió allí, diciendo a Xia Xun:

"Ven a descansar un rato, yo vigilaré la entrada. Si Qi Hui viene cerca, me enteraré enseguida".

Xia Xun no pudo aceptarlo:

"Señor Zhongshu, no hay necesidad de hacer esto. Soy un convicto condenado al exilio y acostumbrado a dormir en el suelo y vivir en chozas de paja. Por el contrario, con tu vida de lujo, no estás acostumbrado".

Qi Yan no dijo nada y se limitó a mirarle en silencio, con una imperceptible angustia en los ojos.

Xia Xun se acomodó lo más lejos posible de él y se tumbó en el suelo, envolviéndose en sus ropas.

Le dio la espalda a Qi Yan pero aún podía sentir su mirada.

Xia Xun estaba muy cansado.

Apoyó la cabeza en el brazo y se acurrucó, y no tardó en empezar a adormilarse, con los párpados cada vez más pesados y la conciencia desvaneciéndose poco a poco.

Después de un rato, oyó pasos detrás.

--Qi Yan.

Cogió su túnica y quiso ponérsela a Xia Xun, pero temía despertarle. Dudó repetidamente mientras sostenía la túnica y finalmente se alejó sin dejarla.

Al oír sus pasos alejarse, Xia Xun no pudo resistirse más y se durmió.

Volvió a tener ese sueño, la pesadilla que no había tenido en mucho tiempo.

Soñó que yacía en un carro de la prisión de camino a Lingnan.

De camino a Douzhou, empezó a ponerse enfermo, y cuando llegó a Lingnan, cayó completamente inconsciente.

Esto dio a su hermano mayor una oportunidad suficiente para fingir la muerte por enfermedad de Xia Xun y dejarle escapar.

Pero Xia Xun estaba demasiado enfermo en ese momento y pasó sus días en coma.

Xia Wen seguía siendo un convicto y tenía que trabajar duro todos los días.

Escondía a Xia Xun en un templo en ruinas, y sólo cuando terminaba la jornada de trabajo podía escabullirse para darle de beber unos sorbos de agua.

Incluso eso era un gran riesgo.

Si los guardias se enteraban de que se había escapado, sería inevitablemente azotado.

El estado de Xia Xun empeoraba y su falsa muerte estaba a punto de convertirse en real.

En este momento crítico, llegó He Cong.

Escuchó la noticia de la muerte de Xia Xun en la capital y corrió desesperadamente a recoger su cuerpo, sólo para descubrir la verdad.

Gastó todo el dinero que tenía, compró una choza, escondió a Xia Xun, trajo a un médico y consiguió medicinas para él.

Gracias a los esfuerzos de He Cong, Xia Xun consiguió sobrevivir.

Cuando se recuperó de la enfermedad, estaba muy débil y no podía ni sentarse. Estuvo tumbado en la cama durante más de medio mes hasta que apenas pudo levantarse y caminar un poco.

He Cong se quedó con él de principio a fin y no se fue hasta que Xia Wen también encontró la oportunidad de salir.

Antes de irse, le dijo a Xia Xun que volvería con él cuando pasara la tormenta.