Capítulo 2

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Odec no salió del cuarto por el resto de la tarde, cuando cayó la noche ella  estuvo a alerta en todo momento  esperando la mañana, o la hora de salir para iniciar su nueva vida en es lugar.

Se dedico a entrenar con cosas básicas para fortalecer sus brazos y piernas, ya que no podía darse el lujo de perder su estado por estar aislada de su gente, completaba su entrenamiento con un par de lagartijas mientras el sudor bajaba de su frente, los brazos le temblaban pero seguia y seguía, cuando la puerta fue abierta de un portazo.

—Buenos días—Saludo un chico energetico, bajo la mirada a mi—¿Qué haces?—Se agachó muy cerca, cuando terminé la última me levante ignorandolo completamente mientras seco el sudor él me veía maravillado—Que increíble, yo no puedo hacer ni una.

—¿Qué quieres?—Me senté en la mesa, en ningún momento le di la espalda por mi seguridad, él se levantó.

—Invitarte a desayunar, aunque veo que no te gusta salir de este lugar—Miro a mi alrededor.

—Ya saldré—Lo interrumpí, él sonrió contento y salió del cuarto, me cambié de ropa para salir y vi a un pequeño grupo reunido en una mesa, eran como 5 incluyéndome, tomé asiento en silencio y vi la comida frente a mi, di un bocado bajo la mirada de los presentes.

—Pensé que no comerias—Dijo la jefa, yo me reí con sarcasmo.

—Soy inhumane a cualquier tipo de veneno—Di otro bocado, los demás tardaron en comer, reí por dentro ante su sospecha, iba a meterme de nuevo a mi cueva pero escuché mi nombre.

—Ven, necesito que veas algo—Ordenó la jefa, a regañadientes camine hacia ella, me llevo a un meson de metal con una enorme pantalla, podía ver patrones de armas, hice una mueca de asco por saber su intención, cuando escuché un chiflido, me señaló una silla frente a ella—Este será tu lugar, ve creando algo que me guste, para que puedas salir.

—¿Qué es lo que quiere?—Pregunte sentandome, ella se encojio de hombros—Por favor, al menos el coronel me decía que quería de mi, así yo lo hacía—Mire variós instrumentos, tienen un buen repertorio de instrumentos, me duele decirlo—Y el coronel si me da buen material—Me apoye en el respaldar de la silla, la cara de la mujer era un poema—Llamame cuando tengas buenas cosas—Me levante de la silla rumbo a mi cuarto.

—Oh si, ya se que tal el comunicador de ayer—Dijo riendo, me detuve en seco para girarme con una cara de puro odio—Hazlo, bye chicos, nos veremos más tarde—Se despidió de los demás para dejarnos a solas.

—Pero que perra—Tome asiento viendo todo el material, me quite el comunicador para ponerlo en la mesa preguntándome como se dio cuenta—Está loca.

—Si lo está, pero es brillante—Dijo el chico cerca de mí—¿Qué es eso?

—Lo cree para un colega mío—Conteste hechandolo de mi lugar de trabajo.

—Me voy, que carácter—Dijo con tono infantil, sobe mis mejillas harta por su actitud.

Prendí la luz decidida, lista para quintuplicar el comunicador, mientras soldaba escuche que también trabajaban los demás no me importaba verlos, pero la curiosidad me invadía, dejé de hacer lo que estaba haciendo para mirarlos.

Estaba el chico con pedazo de metal pegado a las manos, la muchacha se veía temerosa al soldar unas partes de lo que parece ser una pistola, el otro me veía desde las sombras como demente, lo rete con la mirada para hacerlo saber que no le tengo miedo, escuché un gritillo por parte de la muchacha, me levante para saber que pasaba.

—Oh no—Agarro un trapo colocándolo encima de la llama, pero solo la empeoro, se levantó de la silla alejándose de la mesa aterrada.

—Apaga eso Beatrice, va a explotar—Lo regaño una voz grave desde las sombras, ahora se su nombre, tome un envase de metal colocándolo encima antes que explotara en su cara, el humo salió por las aberturas del objeto, mire debajo con cuidado solo para divisar polvo negro, el peligro paso.

Coronel Quaritch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora