Capítulo 4

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La loca salió del cuarto para traer más material, me tome un par de minutos antes de salir con esta nueva carga, los chicos son muy dóciles mas ahora que me conocen, es que no me habian agradado pero siento lástima por lo que vendrá con la muerte de la jefa.

Salí del cuarto para ayudar a duplicar los comunicadores, si seguimos así lo tendremos antes del tiempo acordado, los chicos me enseñaban lo que habían creado era parte mía revisarlos si estaban bien o necesitaban algún arreglo, el problema es que eran demasiados.

—Odec, la jefa dice que podemos ir al sauna ¿Quieres venir?—Me preguntó Beatrice, estos días han estado muy agitados no me vendría mal—Te sirve por qu...

—No puedes ir, te quedaras aquí, nosotros iremos haya—La interrumpió la loca.

—¿Qué? ¿Te gusta joderme verdad?—La mire estufefacta, ella me sonrio y se despidió, maldita loca—Pudrete tu y tu vida.

—¿Pues que te digo, soy genial? Me lo vas a agradecer—Cerro la puerta, le saque el dedo para seguír revisando los comunicadores.

—Pero que maldita, ojala y se ahoge en el delicioso sauna—Le recarge en el respaldar de la silla, la maldije más.

Tome una libreta para anotar lo que habíamos creado eran un total 60, no son muchos pero y la mayoría debía revisarse, así que solo habían y bien hechos 25, suspiré harta, acomode cada uno en sus envaces, ignore totalmente que la puerta se abrió, escuche la voz de la loca y el otro debe uno de ellos, esos traidores que fueron a relajarse y yo, me fui a sentar cuando escuché pasos fuertes.

Los pasos se detuvieron y giraron para mi dirección, por ese sonido debe ser Josep o Lucas, mientras miraba los comunicadores unos manos se colocaron en mis hombros.

—Deja de molestarme Josep—Le adverti enojada, el agarre se volvió fuerte.

—¿Quién es Josep?—Me preguntó una voz grave, gire mi cabeza para toparme con él coronel.

—Tranquilo, Josep esta entregado a su trabajo, no está para estar con nadie—Le respondió la loca recargada el la puerta—Feliz cumpleaños odec.

—Hoy no es mi cumpleaños—Le dije nerviosa, ella salió del sector burlándose.

—Quaritch ¿Cómo logró entrar?—Pregunté algo temerosa, él se sentó a mí lado y se rio.

—Pues llegó esa mujer a decirme que podía estar aquí unas horas—Contestó viendo la mesa—Estos no son los tuyos—Se sacó el comunicador de la oreja.

—Si son esos, un día los vio y los pidió para un gran encargo—Contesté dejándolo de ver—Supongo que usted es mi premio por portarme bien.

—Depende, ¿Dónde está su cuarto? Debo saber si esto todo bien—Ordenó levantándose, señale mi lugar y lo conduje ahí, abrí la puerta, él miró a su alrededor paso el dedo por la mesa verificando—Perfectamente limpio como siempre.

—Le traeré algo de tomar—Di la vuelta para la cocina, no se si debía llevarle agua o jugo, tomé ambas y me metí de nuevo, me reí al verlo acostado boca abajo—Puede quitarse los zapatos, me ensuciara mi cama.

—Voy, voy—Se quito uno con el otro pie, me sente a su lado—Pestañaste—Me agarro de la mano para jalarme a él, patalie para soltarme pero me atrapo en una llave, le intente hacer cosquillas pero no funciona—No tengo eso, no en mis costillas—Me apretó a él, me acomode para que mi cara quedara contra su pecho oliendo su aroma para verlo despues a la cara—¿Qué sucede? ¿Te volviste a enamorar de mi?

—Tal vez—Me oculte en su pecho—Tu sonrisa me molesta, me hace sentir demasiado dolor de estómago.

—Pues tendrás que tener intervención universal para que deje de hacer que te sientas nerviosa—Acarició mi espalda, me arquie por su tacto—Tendré que dejar una marca aqui—Toco mi cuello.

Coronel Quaritch Where stories live. Discover now