Capítulo 3

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Muchas podrían decir que tonta me veía dejándome guiar por el hombre del que me enamore, sabía que me llevaba al sector de abajo, pero si debía crear más cosas para pasar tiempo con él, estaba más que dispuesta de hacerlo, detuve mi avance ante la primera puerta.

—Debí protegerte más—Acarició mi mano, mis latidos subían cada vez, creo que explotare por tanta tensión, estábamos frente a frente sin decir muchas palabras—Te da pena verme, creeme ahora puedes mostrarte así cuando lo desees, no te criticare—Subió su mano a mi mejilla, recargue mi cara en ella.

—Mi coronel ¿Puedo besarlo?—Pregunté algo avergonzada.

—¡Mira qué maravilla! Tu carita está tan roja—Pellizco mi mejilla, lo abraze una vez más—Quiero decir... Claro ven aca—Tomo mi cara acercandola a la suya, vaya el corazón es aveces muy caprichoso pensé con mi cabeza dando vueltas, dejo un rápido beso en mis labios enseguida lo mire enojada—No seas tan impaciente—Beso mi frente una última vez, me dejó con las ganas torcí la boca triste.

Bajamos por la escalera, pudimos ver a la jefa viéndonos severa, el coronel la vio con asco, ella escupió el suelo en respuesta.

—Este no es tu lugar soldadito de juguete—Lo apuntó con un lapicero, él soltó mi mano y le dio la espalda—Te estoy hablando.

—Nos vemos Odec—Beso mi cabeza, me quede pasmada, no pensé que haría eso frente a ella, subió las escaleras haciendo mucho ruido ocasionando que la mujer se enojara.

—Ya parezco tu madre, vamos adentro—Dijo abriendo la puerta, entre para ver a todos trabajando—Ven—Camino a mi cuarto a paso veloz, la seguí en silencio cuando entramos ella salto de la felicidad—Pero que coqueta—Se acostó en mi cama—Que suerte que fui yo, por que si hubiera sido otro, se le cae la cara—Dio un salto poniéndose de pie.

—Baje la voz, por favor —Le tape la boca.

—No lo haré, nunca había visto a ese limón agrio ser cariñoso con alguien, niña tienes talento—Palmo mi brazo, rodé los ojos algo harta—Awww, se ven como una pareja de ese tiempo en que tenían que luchar para verse.

—Si, de hecho sí, tu eres la madrastra que no me deja salir—La pase de largo—Debo dormir, déjame sola.

—Buenas noches, y suerte con tu viego metiche—Cerro la puerta antes que le tirara mi zapato.

Coloque el comunicador para charlar con Lyle y contarle que le debo una, espere a que se conectará, cuando tuve señal, no espere su respuesta y dije.

—Lyle, tenias razón, aunque no tome tu consejo de decirle así, pero parece que si comprendió—Suspiré dejandome caer—Me beso, no sabes cuán feliz estoy de que aceptará, Quaritch es tan atractivo, pues que se prepare el mundo por que ahora renaci como nueva... ¿Lyle? Contesta, perro.

—El cabo Lyle, me dio su comunicador, aun no se lo he devuelto—Aviso el coronel por la otra línea, escuche lo que parece ser su risa—Llamame así, me gusta mi nombre en ti.

—Lo siento mucho coron... Quaritch—Dije apenada, él se volvió a reír.

—Se lo daré mañana para que puedan hablar—Dijo burlesco—Descansa Odec.

—Si, señor, lo quiero—Le dije ante que cortara, se quedó en silencio unos minutos.

—Y yo a ti—Finalizo la llamada, sonreí como boba, me reía sola en el cuarto, que tonta debí sonar, a veces yo sólita me ganó un par de golpes en el estómago, apage la luz para dormir, mañana hay que madrugar para emtrenar y trabajar en los 300 comunicadores.

Me desperté para entrenar un poco, salí del cuarto temprano, no estaba nadie despierto, camine a mi mesa para adelantar lo mas que podía del encargo, la luz de una habitación se alumino detrás de mi pero la luz me alcanzó.

Coronel Quaritch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora