Dominio (Parte 3.)

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Los ojos de Juan se encontraban en un debate, entre dejar libres a aquellas lágrimas que tanto resistían o insistir en desafiar a Spreen con la poca valentía que le quedaba. Realmente esto era un problema para ambas personas ¿Como reaccionaria Juan si sabe lo que significa aquella marca? Aquella mancha...

El cuerpo del hechicero sudaba, como si tuviera fiebre, aunque tal vez era uno de esos efectos secundarios aún desconocidos de tener la marca de un híbrido, la mancha de un oso. Su estómago parecía estar revuelto, su garganta tenía una extraña sensación de pesadez, con ganas de vomitar, también sentía bastante sed.

Juan no quería ver a Spreen, no quería que viera lo débil que es, aquel muchacho arrogante y egocéntrico, ahora estaba tumbado, teniendo encima a su mayor rival.

─────Juan...Maldita sea.───── Gruñó Spreen al ver como se ponía el cuerpo del menor, los síntomas que tenía.

Juan aún temblaba, estaba asustado ¿Y quien no? Acababa de ser víctima de un oso, pensaba que hiba a morir y como si fuera poco más problemas entre ambos se acercaban.

El hechicero retiro su brazo de sus ojos, viendo el rostro frustrado de Spreen, pero claro, no hiba a decir un "No te preocupes, te entiendo" No. Juan le veía con la misma frustración, uno de los brazos del castaño se alzó y se encargo de empujar el cuerpo de Spreen con la poca fuerza que tenía, pero aquel alejamiento sólo fue en vano, el oso aún conservaba su fuerza sobresaliente, aunque Spreen entendió que no lo quería cerca, así que se encargo de alejarse, poniéndose de pie, mas no abandono la habitación, tenía que hablar con él, de algún modo sentía pena y culpabilidad, lo había condenado a algo que ni el sabía que sucedería, sólo tenía fé de que por ser humano aquel "incidente" Sólo sea eso, que no conlleve a nada más.

Juan se sentó en el escritorio, frotando sus ojos con sus manos, haciendo que estos solo se pongan más rojos, sus mejillas estaban rojas y con un ligero brillo iluminandolas, también su labio inferior estaba hinchado de tanto morder, de tanto aguantar.

─────Hijo de puta...Maldito psicópata ¿Acaso intentabas comerme?───── Menciono Juan en un susurro, aún no quería ver directamente al más grande a los ojos.

Spreen se quedó callado, aquellas palabras lo golpeaban en su conciencia, solo agachó la vista con expresión de fastidio.

─────No realmente...Escúchame, solo fue un momento de confusión, yo solo..───── Spreen se callo cuando se dio cuenta que los ojos de Juan lo devoraban indirectamente, no podía dar excusas.

─────Yo me largo, creeme que esto no se va a quedar así.───── Mencionó Juan con un tono severo.

El hechicero se bajó de la mesa, poniéndose de pie, pero al poco rato de dar uno o dos pasos este se desplomó en el suelo, cayendo de rodillas. Fue bastante extraño, Juan sintió como la sangre le bajaba del cerebro y su cuerpo no reaccionaba, sólo sentía un hormigueo intenso que le recorría las extremidades. Spreen rápidamente lo ayudó, en otra ocasión el se burlaria pero el estado malo de Juan se debía gracias a él.

Las manos del híbrido posaron sobre los hombros ajenos, veía el rostro de Juan cansado.

─────¡Vos, pelotudo! ¡No podes marcharte así nada más! ¡Mirate!───── Exclamó Spreen.

─────¿¡C...Como mierda quieres que me quede!?───── La voz de Juan era débil pero agresiva.

Una de las manos de Juan apenas logró alzarse para intentar alejar al oso nuevamente, no lo quería cerca, pero por supuesto que su intento era un desperdicio. Spreen sólo miraba ahora con enojo, toda esta situación por su culpa y su mente que no dejaba de atacarlo por el remordimiento. El híbrido chasqueo la lengua y luego deslizó sus manos hasta el torso del castaño para así levantarlo, cargandolo lo llevaría hasta el asiento de su escritorio, donde le dejaría descansar.

Más que rivales - Spreen x Juan Where stories live. Discover now