El paso de antorcha

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Ya han pasado otros dos años más, dos años en los cuales tanto Anya como Damian han dedicado casi por completo a los estudios, concentrándose si acaso un poco en formalizar un poco más de amistades, principalmente utilizando como argumento el intentar convencer a los otros estudiantes de Eden para que se unieran a las filas de estudiantes imperiales...

...y también, en un intento de que se unieran y ponerlos a limpiar todo el recinto, para así no tener que efectuar todo ese esfuerzo.

Lamentablemente para ambos, todos los que podían tener posibilidad de ingresar no lo hacían, ya sea por mal desempeño o por rechazar la octava Stella al recordar los sucesos del O-Day.

-Que aburrido, Segundo... ninguno de los de nuestra edad quieren ser imperiales- lamenta una chica de cabello rosa, con capa roja y su uniforme de estudiante, con unos anuncios de papel en la mano.

-Aún tienen el recuerdo del O-Day- responde el aludido, con una capa muy similar y el uniforme en su versión masculina.

-¿Crees que haya algún niño o niña, que no le haya tocado vivir el O-Day, que podamos convencer de que logre las Stellas?

-Mala idea enana.

-¡Hey, no me digas enana!- le da un ligero golpe en el brazo.

-¿Además, por qué mala idea?

El joven decide responder:

-Ahí van las razones:

-1. No veo a nadie de los primeros años con tanta ambición como la teníamos nosotros a esa edad.

-2. Ya no han habido incidentes como para que alguien salga como héroe y le den Stellas.

-Y 3...

-Aun si llegaran a ser imperiales, si se enteran de que ponemos niños pequeños a limpiar lugares tan altos del recinto, nos demandan.

-¿Y eso que tiene de raro? A mí me ponían a hacer eso en los orfanatos...

-Pero la niñez actual tiene más derechos que cuando teníamos esa edad... ¿Crees que hubieras podido ser adoptada, así como ocurrió, hoy en día?

Anya le tiene que dar la razón, si la forma en la que Loid la adoptó ya era de por sí ilegal entonces, ya no digamos años después.

-Y ¿qué hacemos?... ¿Y si convences a tus amigos de entrar?

El chico niega con la cabeza:

-Ya no los puedo manejar como cuando éramos niños... parecen cada vez más sumergidos en pensamientos pervertidos.

-¿Pensamientos pervertidos... del estilo calenturiento a lo Ricitos, con todo y colección de videos porno, o del estilo adicto al sexo a lo profe ex-rompehogares?

Una vez procesado todo el argot particular de las palabras de Anya, Damian responde:

-Del estilo calenturiento.

-La verdad no me sorprende... aunque, yo creí que eso era solo para los chicos...

-Déjame adivinar: Blackbell.

La chica de ojos verdes asiente:

-Tengo que desviarle el tema a cada rato, porque con sus puras pláticas podría bastar para causarme esas hemorragias.

-Ya me imagino si te pusieras a leerle la mente todo el tiempo: tu nariz parecería de esas cosas de riego de toda la sangre que saldría...

Mientras Damian sigue burlándose de Anya, y esta trata de jalarle las mejillas como castigo, llega alguien rompiendo su burbuja interna:

Una familia de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora