XVII

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T/N

"Esto es peggg-fecto." dijo la mantícora, relamiéndose.

Llevaba un andrajoso impermeable negro sobre el uniforme de Westover Hall, también manchado y desgarrado. El pelo, antes al cero, le había crecido y se le veía erizado y grasiento. Tampoco se había afeitado últimamente y empezaba a asomarle una barba de brillos plateados. En resumen, no tenía mucho mejor aspecto que los tipos del comedor de beneficencia.

"Hace ya mucho tiempo, los dioses me desterraron en Persia." prosiguió la mantícora "Me vi obligado a buscarme el sustento en los confines del mundo; tuve que ocultarme en los bosques y alimentarme de insignificantes granjeros. Nunca pude combatir con un héroe. ¡Mi nombre no era temido ni admirado en las antiguas historias! Pero todo eso va a cambiar. ¡Los titanes me honrarán y yo me daré un banquete con carne de mestizo!"

Tenía dos guardias a cada lado armados hasta los dientes. Eran algunos de los mercenarios mortales que habíamos visto en Washington. Dos más se habían apostado en el siguiente embarcadero, por si tratábamos de escapar. Había turistas por todas partes, caminando junto a la orilla o haciendo compras en las tiendas del muelle, aunque yo sabía que eso no frenaría a la mantícora.

"¿Y los esqueletos?" le pregunté preocupada detener que enfrentarmelos sin saber usar mi habilidad.

Él sonrió, desdeñoso.

"¡No necesito a esas estúpidas criaturas de ultratumba! ¿El General me había tomado por un inútil? ¡A ver qué dice cuando sepa que los he derrotado por mi cuenta!"

"Ya te derrotamos una vez." le dijo Percy.

"¡Ja! Apenas tuvieron que combatir, con una diosa a su lado. Pero, ay... esa diosa está muy ocupada en este momento. Ahora no cuentan con ayuda."

Zoë sacó una flecha y le apuntó directamente a la cabeza. Los guardias que lo flanqueaban alzaron sus pistolas.

"¡Espera!" la detuve "¡No lo hagas!"

La mantícora sonrió.

"La chica tiene razón, Zoë Belladona. Guárdate ese arco. Sería una lástima matarte antes de que puedas presenciar la gran victoria de tu amiga Thalia."

"¿De qué hablas?" gruñó Thalia, con el escudo y la lanza preparados.

"Está bien claro." dijo la mantícora "Éste es tu momento. Para eso te devolvió a la vida el señor Cronos. Tú sacrificarás al taurofidio. Tú llevarás sus entrañas al fuego sagrado de la montaña y obtendrás un poder ilimitado. Y en tu decimosexto cumpleaños derribarás al Olimpo."

Nos quedamos todos mudos. Era tremendamente lógico. Sólo faltaban dos días para que Thalia cumpliera los dieciséis. Ella era hija de uno de los Tres Grandes. Y ahora tenía ante sí una elección: una terrible elección que podía implicar el fin de los dioses. Era tal como había predicho la profecía. No supe si sentirme aliviada u horrorizada. El fin del mundo tenía lugar en aquel mismo momento.

Aguardé a que Thalia le plantase cara a la mantícora, pero ella titubeó. Parecía estupefacta.

"Tú sabes que ésa es la opción correcta." continuó él "Tu amigo Luke así lo entendió. Ahora volverás a reunirte con él. Juntos gobernaran el mundo bajo los auspicios de los titanes. Tu padre te abandonó, Thalia. El no se preocupa por ti. Y ahora lo superarás en poder. Aplasta a los olímpicos, tal como se merecen. ¡Convoca a la bestia! Ella acudirá a ti. Y usa tu lanza."

"Thalia," dijo Percy "¡despierta!"

Ella lo miró tal como lo había mirado la mañana en que despertó en la Colina Mestiza, aturdida y vacilante. Era casi como si no lo reconociera.

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ᴍᴀʟᴅɪᴄɪᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora