XXII

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PERCY

Antes de dejar el Olimpo, decidí hacer unas llamadas. No era fácil con el alboroto de la fiesta, pero al final encontré una fuente tranquila en un rincón del jardín y le envié un mensaje Iris a mi hermano Tyson, en el fondo del océano. Le hablé de nuestras aventuras y de Bessie (él quería conocer todos los detalles sobre aquel bebé encantador de toro-serpiente) y le aseguré que Annabeth estaba a salvo.

Finalmente, le expliqué los daños que el ataque del mantícora había causado en el escudo que él me había fabricado el verano anterior.

"¡Aja!" dijo "¡Eso significa que era bueno! ¡Te salvó la vida!"

"Claro que sí, grandullón. Pero está destrozado."

"¡De eso nada!" me prometió "Iré a visitarte el próximo verano y te lo arreglaré."

La idea me entusiasmó. Supongo que no me había dado cuenta de lo mucho que lo echaba de menos.

"¿En serio?" le pregunté "¿Te dejarán unos días libres?"

"¡Sí! He hecho dos mil setecientas cuarenta y una espadas mágicas." dijo orgulloso, mientras me mostraba la hoja que estaba trabajando "El jefe dice: «¡Buen trabajo!» Me dejará que me tome todo el verano. Y yo iré de visita al campamento."

Todavía hablamos un rato de los preparativos de la guerra y del combate que libraba nuestro padre con los antiguos espíritus del mar, y de las cosas divertidas que podríamos hacer juntos el próximo verano... Hasta que su jefe empezó a vociferar y tuvo que volver al trabajo.

Saqué mi último dracma de oro y mandé otro mensaje Iris.

"Sally Jackson." dije "En el Upper East Side de Manhattan."

La niebla tembló un instante y enseguida apareció mi madre en la mesa de la  cocina, riendo a carcajadas y con las manos entrelazadas con su amigo, el señor Besugoflis.

Aquello me resultó tremendamente embarazoso y ya estaba a punto de agitar la niebla con la mano para cortar la comunicación cuando mi madre reparó en mí.

Abrió unos ojos como platos y soltó a toda prisa la mano de Besugoflis.

"¡Ay, Paul!" le dijo "Me he dejado el cuaderno en la sala de estar. ¿Te importa ir a buscármelo?"

"Claro, Sally. Ahora mismo voy."

En cuanto salió de la habitación, mi madre se inclinó hacia delante para ver con claridad el mensaje.

"¡Percy! ¿Estás bien?"

"Eh, sí, muy bien. ¿Qué tal va ese taller de escritura?"

Ella frunció los labios.

"Perfecto. Pero eso no importa. Cuéntame qué ha pasado."

Le hice un resumen lo más rápido que pude. Ella suspiró aliviada cuando escuchó que Annabeth estaba a salvo.

"¡Sabía que lo lograrían!" dijo "Estoy muy orgullosa de ti."

"Si, bueno, será mejor que te deje seguir trabajando."

"Percy... Paul y yo..."

"Mamá... ¿eres feliz?"

La pregunta la tomó por sorpresa. Pensó un momento.

"Sí. La verdad es que sí, Percy. Tenerlo cerca me hace feliz."

"Entonces, perfecto. En serio. No te preocupes por mí."

Lo más curioso es que lo decía de verdad. Teniendo en cuenta la aventura que acababa de concluir, tal vez debería haberme preocupado por ella. Había visto lo malvadas que pueden ser unas personas con otras, como Hércules con Zoë, o Luke con Thalia. También había conocido en persona a Afrodita, diosa del amor, y sus poderes me habían dado más miedo que el mismísimo Ares. Pero al ver a mi madre contenta y riéndose después de tantos años soportando a mi espantoso padrastro, Gabe Ugliano, no podía dejar de alegrarme por ella.

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ᴍᴀʟᴅɪᴄɪᴏ́ɴWhere stories live. Discover now