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PERCY

Aterrizamos en Crissy Field cuando ya era noche cerrada.

En cuanto el doctor Chase bajó de su Sopwith Camel, Annabeth corrió hacia él y le dio un gran abrazo.

"¡Papá! Has volado... has disparado... ¡Por los dioses! ¡Ha sido lo más asombroso que he visto en mi vida!"

Su padre se sonrojó.

"Bueno, supongo que no está mal para un mortal de mi edad."

"¡Y las balas de bronce celestial! ¿Cómo las has conseguido?"

"Ah, eso. Te dejaste varias armas mestizas en tu habitación de Virginia la última vez que... te marchaste."

Annabeth bajó la vista, avergonzada. El doctor Chase había evitado decir: «te escapaste».

"Decidí fundir algunas para fabricar casquillos de bala." prosiguió "Un pequeño experimento."

Lo dijo como si no tuviese importancia, pero con un brillo especial en los ojos.

Ahora entendía por qué le había gustado a Atenea, diosa de los oficios y la sabiduría. En el fondo de su corazón era un notable científico loco.

"Papá..." murmuró Annabeth con voz entrecortada.

"Percy, Annabeth." nos interrumpió Thalia. Ella, t/n y Artemisa se habían arrodillado junto a Zoë y vendaban sus heridas.

"Tengo un medicamento." murmuró t/n "Uno especial que hicieron los de la cabaña de Apolo. Puede servir."

Artemisa negó con la cabeza. Ya era tarde.

Nos apresuramos a ayudarlas, aunque tampoco había mucho que hacer. Incluso en la oscuridad, percibía que Zoë no tenía buen aspecto. Tiritaba, y el leve resplandor que siempre la acompañaba se iba desvaneciendo.

"¿No puedes curarla con algún recurso mágico?" le pregunté a Artemisa "O sea... tú eres una diosa."

Ella parecía muy agitada.

"La vida es algo frágil, Percy. Si las Moiras quieren cortar el hilo, poco podré hacer. Aunque puedo intentarlo."

Fue a ponerle la mano en el flanco, pero Zoë la agarró por la muñeca. Miró a la diosa a los ojos y entre ambas se produjo una especie de entendimiento.

"¿No les he... servido bien?" susurró Zoë.

"Con gran honor." respondió Artemisa en voz baja "La más sobresaliente de mis campeonas."

La expresión de Zoë se relajó.

"Descansar. Por fin."

"Puedo intentar curarte el veneno, mi valerosa amiga." dijo la diosa.

Pero en ese momento comprendí que no sólo era el veneno lo que la estaba matando, sino el último golpe de su padre. Zoë había sabido desde el principio que la profecía del Oráculo se refería a ella: que perecería por mano paterna. Y sin embargo, había emprendido igualmente la búsqueda. Ella había decidido salvarme, y la furia de Atlas la había roto por dentro.

Miró a Thalia y tomó su mano.

"Lamento que discutiéramos tanto." le dijo "Habríamos podido ser hermanas."

"Ha sido culpa mía." respondió Thalia, al borde de las lágrimas "Tenías razón sobre Luke. Sobre los héroes, sobre los hombres y todo lo demás."

"Quizá no todos." murmuró Zoë, y me dirigió una débil sonrisa "¿Todavía tienes la espada, Percy?"

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ᴍᴀʟᴅɪᴄɪᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora