XVIII

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T/N

"Nunca llegaremos." protestó Zoë "Vamos demasiado despacio. Pero tampoco podemos dejar al taurofidio."

"Muuuuu." dijo Bessie, que iba nadando a nuestro lado mientras caminábamos junto a la orilla. 

Habíamos dejado muy atrás el centro comercial y nos dirigíamos al Golden Gate, pero estaba mucho más lejos de lo que parecía. El sol descendía ya hacia el oeste.

"No lo entiendo." dijo Percy "¿Por qué tenemos que llegar a la puesta de sol?"

"Las hespérides son las ninfas del crepúsculo." repuso Zoë "Sólo podemos entrar en su jardín cuando el día da paso a la noche."

"¿Y si no llegamos?"

"Mañana es el solsticio de invierno. Si no llegamos hoy a la puesta de sol, tendremos que esperar hasta mañana por la tarde. Y entonces la Asamblea de los Dioses habrá concluido. Tenemos que liberar a Artemisa esta noche."

O Annabeth morirá.

"Necesitamos un coche." dijo Thalia.

"¿Y la vaca nadadora?" pregunté.

Grover se detuvo en seco.

"¡Tengo una idea! El taurofidio puede nadar en aguas de todo tipo, ¿no?"

"Bueno, sí." dijo Percy "Estaba en Long Island Sound. Y de repente apareció en el lago de la presa Hoover. Y ahora aquí."

"Entonces podríamos convencerlo para que regrese a Long Island Sound." prosiguió Grover "Quirón tal vez nos echaría una mano y lo trasladaría al Olimpo."

"Pero Bessie me estaba siguiendo a mí." repuso Percy "Si yo no estoy en Long Island, ¿crees que sabrá encontrar el camino?"

"Muuu." mugió Bessie con tono desamparado.

"Yo puedo mostrarle el camino." se ofreció Grover "Iré con él."

Lo miré fijamente. Grover no era lo que se dice un fanático del agua. El verano anterior no se había ahogado por los pelos en el Mar de los Monstruos. No podía nadar bien con sus pezuñas de cabra.

"Soy el único capaz de hablar con él." continuó Grover "Es lo lógico."

Se agachó y le dijo algo al oído a Bessie, que se estremeció y soltó un mugido de satisfacción.

"La bendición del Salvaje debería contribuir a que hagamos el recorrido sin problemas." añadió Grover "Tú rézale a tu padre, Percy. Encárgate de que nos garantice un trayecto tranquilo a través de los mares."

Yo no terminaba de entender cómo iban a llegar nadando a Long Island desde California. Aunque también era cierto que los monstruos no se desplazaban del mismo modo que los humanos. Había visto muchos ejemplos de ello.

"Padre," musitó Percy "ayúdanos. Haz que Grover y el taurofidio lleguen a salvo al campamento. Protégelos en el mar."

"Una oración como ésta requiere un sacrificio." dijo Thalia "Algo importante."

Percy se sacó el abrigo.

"Percy," dijo Grover "¿estás seguro? Esa piel de león te resulta muy útil. ¡La usó Hércules!"

"Si sobrevivo," dijo Percy "no será por llevar un abrigo de piel de león. Yo no soy Hércules."

Arrojó el abrigo a la bahía. Inmediatamente, se convirtió en una dorada piel de león que relucía en el agua. Luego, al empezar a hundirse, pareció disolverse en una mancha de sol.

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ᴍᴀʟᴅɪᴄɪᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora