La vida

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Ella entra como de costumbre, sin intentar ser sigilosa, a pesar de que es muy tarde.

—¿Dónde estabas?
—¿Estás despierto? Estaba con las chicas, Sandra y Perla, como te dije.

La sala estaba oscura.

—No mientas, no mientas, no... mientas. Le pedí a dos amigas en común que fueran por separado con cualquier pretexto a visitarlas. Ellas estaban ahí, en sus casas con sus esposos.
—Lo que pasa es que ellas se fueron antes y me quedé sola en el bar de Larouse.
—Mentira... —Se levanta de la silla y da vueltas por la sala alrededor de la mesita de cristal—. Llamé al bar, diciendo que tu padre había tenido un accidente. Les di la descripción exacta de ti y tus vestimentas, pero el bar tender, quien nos conoce a ambos, dijo que no habías ido hoy.
—No tengo más defensa entonces, piensa lo que quieras, no agregaré más leña. Has lo que quieras, eres más fuerte y estamos solos.
—Lo haré, ya hice mis maletas y mañana hablaré con el abogado. Ahora quizás no te importa mucho, pero te importará cuando te des cuenta que todo el mundo gusta del sexo, pero no todo el mundo ama. No intentes buscarme jamás, todo lo que necesites para el proceso Filit lo resolverá.
—No sé que decirte, Oscar. La rutina me afectó.
—Ok, no cierres la puerta voy por mis maletas.

Corazón detonadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora