Negros dedos de grasa

2 1 0
                                    


Yo la amaba, la amaba te digo, Luis, no es solo de boca que lo digo. Amaba a esa mujer como las hojas verdes aman al río; como las vacas los pastos; como la playa al sol, pero eso, eso querido amigo, no fue suficiente, pues ella me dejó, así de simple aún con todo ese amor; con todas mis cartas; con todo mi esfuerzo y lágrimas en forma de manos, si... manos que se aferraban a su largo vestido blanco, manchándolo con negros dedos de grasa, de aquella maldita transmisión de Ford focus que tanto... tanto me costó reparar.

Corazón detonadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora