45. 𝗨𝗻 𝗽𝗲𝗾𝘂𝗲𝗻̃𝗼 𝗳𝗮𝘃𝗼𝗿

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(Rosie en multimedia)

Chase

Después de haber pasado la noche con Rosie, desgraciadamente tuve que regresar a casa.

Eran las siete en punto cuando me encontraba frente a la puerta principal, las luces seguían encendidas, lo que me dio a entender que todos seguían dormidos. En verdad esperaba que fuese así y que no hubiesen notado que me había salido del laboratorio pasadas las doce, porque si se daban cuenta ahora si todo se iría a la mierda.

Sabía que lo que había hecho había estado mal, pero no podía estar en esa casa ni un segundo más, todo estaba llegando a un nivel verdaderamente sofocante y eso me preocupaba.

El señor Davenport constantemente nos reprochaba el quejarnos por ser biónicos, diciéndonos que afuera había cientos de miles de personas queriendo tener una vida como la nuestra, pero la verdad yo nunca estuve muy seguro de ello. No dudaba que hubiese gente que se cuestionara quizá el cómo sería "tener poderes" o "ser un superhéroe" o algo parecido, pero una cosa era cuestionárselo y otra muy distinta a en realidad desear serlo, y estoy seguro de que si supiesen como es en realidad, no querrían serlo.

Ser biónico era extremadamente demandante, no existía la más mínima posibilidad de tener una vida normal, y si, por mucho tiempo me quejé de no tener tiempo para hacer lo que me interesaba o tan sólo tener tiempo para mí, pero desde que estaba con Rosie odiaba más el hecho de ser biónico. 

Odiaba no poder salir con ella cuando quería, odiaba tener que cancelar nuestras citas porque tenía que entrenar o ir a alguna misión, odiaba no poder ir a su casa en las noches a ver una película y regresar a casa sin importar la hora, odiaba no poder salir con mis nuevos amigos a las fiestas que hacían cada semana, odiaba no tener una habitación sólo para mí.

Regresar al núcleo de burlas constantes, donde nadie me escuchaba y donde tenía que ser el responsable si algo llegaba a salir mal era bastante cansado. Quejarme no servía de nada, estaba consciente de ello, pero saber que no podía hablar con nadie sobre el tema era simplemente desgastante.

Abrí la puerta despacio procurando no hacer ruido y no despertar a nadie, examiné el primer piso y al parecer aún no había nadie ahí, dejé escapar un suspiro de alivio. Cerré la puerta detrás de mí y de puntitas me dirigí hasta las escaleras detrás de la cocina que guiaban al laboratorio.

Agudicé mi oído y afortunadamente no logré detectar ningún sonido extraño o algo que indicara que había alguien despierto en la casa.

Llegué a la puerta que daba acceso al laboratorio, coloqué mi mano sobre el tablero digital, detectó mis huellas digitales y finalmente me dio acceso. 

Me dirigí a las capsulas, sólo para descubrir que en ellas no estaban Adam ni Bree.

-No... - dije en voz baja- No, no, no... - analicé con la mirada el laboratorio y al otro extremo de éste se encontraba el señor Davenport, sentado en una silla rodeado de una oscuridad casi absoluta.

-Tienes suerte para no estar cuando se trata de misiones, Chase...

-Señor Daven...

-Cállate.

Rosie

- ¿Castigado? - preguntó Ema con los ojos abiertos como platos- Que tontería...

-No lo creo- respondí al mismo tiempo que abría mi casillero y dejaba mi bolso dentro de él- Su papá es muy estricto, sabía que esto pasaría.

- ¿Quién está castigado? – oí hablar a Sarah, quien recién había llegado y se estaba uniendo a la plática.

-Chase- respondió Ema.

𝗦𝗘𝗥 𝗖𝗢𝗠𝗢 𝗧𝗨 | 𝗖𝗵𝗮𝘀𝗲 𝗗𝗮𝘃𝗲𝗻𝗽𝗼𝗿𝘁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora