cuatro.

840 60 0
                                    

Lean y Liz llevaban saliendo juntos a citas random todo el mes, sus salidas eran de noche porque era el único momento en dónde ella se podía escapar de su casa.

– Estás hermosa hoy –le murmuro el mirándola con una sonrisa mientras le acaricio la mejilla–

– Vos también estas hermoso –ella se acerco a darle un beso en la mejilla y siguieron su camino hacia una plaza a la cual estaban acostumbrados a ir todas las madrugadas–

Se tiraron en el pasto a ver las estrellas, hablaban sobre todo lo que habían hecho en el día, Liz le contaba sobre sus nuevas canciones y Lean le hablaba sobre sus entrenamientos

Liz le canto "tras vos", una canción que había escrito hacia días pero todavía no la tenía completa, Lean no dejaba de mirarla con los ojos brillantes y una sonrisa enorme

– Tus ojos son el cielo más lindo que existe –le dijo ella mirándolo con una sonrisa, ahora estaban acostados mirándose uno al otro–

Lean se sonrojo levemente logrando que Liz se empiece a reír y a descansarlo, sin pensarlo dos veces, el la beso y ella siguió ese beso.

Estuvieron un rato besandose y diciéndose muchos halagos más hasta que a las 3 decidieron volver a sus casas.

Liz entro por la ventana de su habitación, se cambió de ropa y bajo a buscar agua para ya irse a dormir

– Quien es ese chico, Liz? –pregunto su progenitora sentada en el sillón haciendo que ella se sobresalté–

Estaba con dos hombres, drogándose cómo siempre, la casa era un ida y vuelta para hombres random, más de uno se había querido sobrepasar con Liz, razón por la cual a veces Licha duerme con ella o tiene que poner mil cosas en la puerta.

– que chico? –pregunto haciéndose la que no entendía–

– el morocho de ojos claros que viene a verte siempre ¿te pensas que soy boluda? –.

Le hablaba enojada pero estaba tan dopada que Liz sabía que no iba a pasar nada de golpes

– un compañero de clase –fue lo único que contesto y se fue a la cocina a buscar agua–

detrás suyo se abrió la puerta de la cocina y uno de los señores se apoyo en ella cuando se estaba sirviendo agua

– que haces flaco? –pregunto Liz dandose vuelta para empujarlo–

pero eso fue peor, la agarró de las manos fuertemente y por más que ella forcejeaba, no podia soltarse, la desesperación empezo a ser más cuando el empezo a besarla y entro el otro señor con una sonrisa

Entre los dos empezaron a manosearla, por más que ella pusiera de toda su fuerza para salir de ahí, no podía y cuando se dió cuenta de que ya no le quedaba de otra, simplemente lloro, lloro hasta que ellos se cansaron y se fueron, se fueron riéndose, ella corrió hacia la habitación de Licha y siguió llorando hasta que el llegó.

Liz empezó a contarle todo lo sucedido y el solo pudo llorar con ella y abrazarla, se odiaba a el mismo por no estar para ella en ese momento

– Perdóname Liz, no te pude cuidar –susurraba el aún llorando–

Liz se sentía asquerosa, también se sentía culpable, tendría que haber puesto más voluntad en salir de ahí, tendría que haber pensando en algo, no tendría que haber bajado, ella no paraba de pensar que fue su culpa por lo que traía puesto, quizá el short era muy corto, el escote muy descubierto, algo mal estaba en ella para que hagan eso, aún así, ella sabía que no lo merecía.

Ese día y los días siguientes, lloro a más no poder y no salió de su casa, no le importaba las veces que Licha y Lauta intentaron hacerla sentir mejor, ella no podía.

Ya ni los golpes le dolían tanto y su mamá ahora la golpeaba mucho más, por ser una "trola regalada", claramente ellos habían contado puras mentiras.

a Liz le dolía el cuerpo, el alma y no podía ni mirar a Leandro, odiaba sentir que ahora, era mucho más inferior a el, no era suficiente y se sentia totalmente asquerosa.

Ese día, en el salón, ella entro junto a Licha y Cuti, ambos sabían completamente que había pasado y sabían cómo se sentía Liz pero aún así la obligaron a sentarse con Lean, no podía simplemente ignorarlo.

– Hola Lizzy –la saludo el y se acerco a darle un beso pero ella le corrió la cara– estás enojada? –.

– Hola, no estoy enojada, perdón –se disculpo ella y le dió un beso en la mejilla–

El le sonrió dulcemente y puso una mano en la pierna de Liz acariciándola, ella se removió incomoda, aun sentía el tacto fantasma de esos hombres tocándola

– Por favor no –le susurro ella sacándole la mano–

– Que pasa, Liz? –.

– El viernes habían dos hombres en mi casa y yo estaba sola en la cocina y mi mamá estaba drogada y los chicos no estaban y me tocaron y me hicieron sentir asquerosa y todavía siento sus manos encima mío –le hablo ella avergonzada intentando hablar lo más bajo posible–

Lean la miro sin saber que decir pero con los ojos llenos de lágrimas, la abrazo con cuidado, llorando ambos, el le pedía perdón por no poder sacarla de ese lugar, por no haber llegado en ese momento por arte de magia y haberla defendido, le dijo un montón de cosas que hicieron que Liz se sienta más comprendida, claramente Cuti, Licha y Lauta también la hicieron sentir así, pero escuchar ese apoyo de parte de Lean se sentía diferente por alguna razón.

Le daba cierta paz saber que el no le habia hechado la culpa, no la trataba de nada malo y al contrario, le intentaba hacer entender que ella era la víctima en esto.

mi otra mitad | leandro paredes Where stories live. Discover now