siete.

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Leandro suspiro al ver a Liz frente a el en la puerta de su casa, llorando a mares y con la cara golpeada, la abrazo fuertemente y la hizo pasar adentro.

Caminaron en silencio hasta el patio donde esperaban estar solos pero tristemente no, Carla, la mamá de Lean, hablaba con Camila muy felizmente mientras tomaban mates.

– Ay mi cielo que paso? –pregunto la mamá de el apenas los vio–

Lean abrazo fuertemente a Liz y escondió su cara en su pecho, el sabía que a ella no le gustaba que la vean así

– Nada, con Liz vamos a estar en mi cuarto –.

La mamá asintio no muy convencida, ya sabía cómo era la vida de Liz así que sabía por donde iba la respuesta.

Ella se sentó en la cama de el apenas entraron y el fue a buscar cosas para curarle las heridas, se acercaba a ella con mucho cuidado y delicadeza, le daba miedo verla tan frágil y sentir que un movimiento brusco la iba a romper del todo

– Te amo –le dijo ella mientras el seguía curandola–

– Yo también bebé, ya vas a estar mejor, vas a poder irte de ahí, te lo juro –.

Se acostaron juntos un rato, abrazados, hasta que Liz se durmió y al rato llego Licha junto con Lauta y Cuti.

Ella aún seguía durmiendo cuando los chicos estaban hablando, preocupados, sobre que hacer, estaban en la cocina de Lean

– Se puede quedar en casa unos días –hablo Lean– pero es menor, tu vieja va a venir a hacer un re quilombo –.

– Si, ya se, por eso la idea no es esa, Lean –hablo Lauti mirando el mate que le acababa de pasar Licha– la denuncia la hicimos pero no pasan ni cabida –.

– Y yo ya no puedo hacer nada, ahora son dos –dijo Licha apoyándose en la mesa–

La mamá de ellos ahora estaba de novia, lo cual significaba, más inseguridad para ambos y menos posibilidades de que Lisandro pueda meterse en el medio y defender a su hermana.

– Que desastre amigo, me da una impotencia no poder ayudarla, me destruye verla tan rota –Lean se tapo la cara soltando un suspiro de cansancio–

– Todos estamos igual Lean, ya vamos a encontrar una solución –.

Todos le dieron la razón a Cristian, Lauti no quería decir nada porque sabía que no iban a estar de acuerdo pero ya estaba juntando plata para llevárselos a Entre Ríos, tanto a Licha como a Liz, no soportaba verlos así.

La puerta se abrió, logrando que actúen como si no hubiesen estado hablando de nada, Camila les hizo un gesto con la cabeza en forma de saludo y fue a la heladera a buscar agua mientras Cuti cambiaba de tema, ahora hablaban sobre fútbol.

– que mierda hace Camila en tu casa? –le pregunto Lisandro a Lean en cuanto ella se fue–

– Es la mejor amiga de mi hermana, Licha, todos en mi casa conviven con ella y la re quieren –.

Liz entro a la cocina y sonrió al ver a sus hermanos, los saludo con un beso en la mejilla a ambos, también a Cuti y luego se acerco a Lean para darle un corto beso en los labios pero después se quejo porque le dolía el labio.

– Perdón hermosa –hablo rápidamente Lean agarrandola suavemente de las mejillas–

– No pasa nada amor –.

Lean se levantó a hacerle una chocolatada y a buscarle galletitas mientras ella hablaba con los chicos sobre el colegio, Liz siempre evitaba hablar de las cosas que pasaban en su casa luego de un rato.

Liz y Lean sostenían sus manos por debajo de la mesa, aún cuando los chicos no se daban cuenta, ellos siempre buscaban al otro, sea con miradas, gestos o con un simple tacto, amaban disfrutarse, amaban tenerse cerca y sentir que el otro estaba, en especial porque tristemente, ambos sabían que quizá en algún momento Liz ya no esté, corría el mayor peligro en su casa y Lean odiaba ser un pendejo que no podía ayudarla en nada.

"Me ayudas haciéndome feliz como nunca lo fui, para mí eso ya es mucho" le había repetido miles de veces Liz pero aún así, el sentía que no era suficiente.

Liz se merecía el mundo entero, se merecía el universo más lindo que podría llegar a existir, se merecía el sol más brillantes, el cielo más azul, se merecía todo aquello que para el mundo era inalcanzable

Lean le hacía sentir a Liz que todo aquello que siempre sintió que no podía hacer, aquello que miles de veces le hicieron sentir que no era capaz, para Liz, después de tantos discursos infelices, el conocer la felicidad y el amor más allá de el de sus hermanos, era la satisfacción más grande que podía tener, mirar a los ojos a Lean era sentir que el cielo más hermoso ya estaba enfrente de ella y era solo suyo, el brillo más lindo que había visto, brillaba solo por ella, Lean era todo el universo hermoso que el creía que ella necesitaba.



mi otra mitad | leandro paredes Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ