Prólogo

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Adeus Maseatti

2026 - Día 7 de su encarcelamiento.

Acusado de asesinato de Emerith Jackinson, Orik Jackinson, Claire Jackinson, Gabriel Maseatti, Thomas Rety y Lauren Rety.

Pruebas: se encontró el arma homicida en su domicilio, se encontró una carta donde amenazaba directamente a Thomas Rety y a Orik Jackinson, un vídeo de seguridad muestra cómo un hombre semejante a él dispara en el cráneo a Laura Rety.

Antecedentes: detenido por agresión y homicidio.

Día 1: El sujeto se niega a hablar y alaga que él no tuvo nada que ver con la muerte de Emerith porque él la quiere. Dice que él tampoco mató a los otros individuos.

Día 2: Su defensa sigue siendo el amor que sentía hacia la chica asesinada a sangre fría después de ser brutalmente violada. Esta vez no se defendió de los otros asesinatos.

Día 3: Llegó con heridas en los ojos y varios hematomas en los brazos. Nos muestra que es agresivo y que eso podría haberle llevado a matar a los otros individuos. Vuelve a decir que amaba a una de las asesinadas y que tenemos que encontrar al asesino.

Día 4: Empezamos a pensar que el sujeto sufre trastorno grave de ira porque volvió a aparecer con más heridas en el rostro y a su vez en el pecho, dejando rojo la parte superior de la clavícula. Repite que debemos buscar quién mató a estos jóvenes.

Día 5: Un psiquiatra vino y le examinó. Su conclusión fue que el acusado no sufre ningún trastorno grave pero tiene un leve trastorno de ira. Dice que eso no vale como prueba de que fue él. Seguimos buscando.

Día 6: El sujeto comenzó a gritar nada más entramos a la sala, nos dijo que buscáramos al asesino de una vez por todas. Que él la amaba y que nunca la pondría un dedo encima.

Día 7:

Adeus Maseatti.

Miré aburrido los barrotes que habían sido parte de mi habitación las últimas semanas y me senté en la incómoda cama. Puse mis manos en mi cabello sintiéndome frustrado.

Yo no la había matado.

Pero nadie quiere ver eso, es más fácil culparme y dejar de buscar al verdadero asesino. Bufé, realmente pensaban que había sido yo aunque no hubiese una sola prueba que me incriminase. Decía que podría haber sido yo porque la quería. ¿Desde cuándo es un delito querer a alguien?

Oí pasos acercándose a mi celda y supe que volvería a aquella sala a decir una y otra vez que era inútil que me tuvieran aquí encerrado. Ellos me dirían que confesara de una vez haberla matado. A ella y a los demás.

- Adeus Maseatti - me llamó un guardia, rodé los ojos sabiendo lo que venía.

- Ahorreselo, agente - contesté levantándome de aquello a lo que llaman cama para ir hacia él - Póngame las esposas y acabemos con esto - dije sacado los brazos por las barras de metas.

El agente se rió mientras abría la pequeña puerta haciéndome a un lado. Entró con las esposas de las que hace un minuto hablé y me las puso. Apretaban mis muñecas pero no dije nada, me limité a seguirle hasta el infierno de cada dia.

- Siéntate - dijimos otro policía y yo a la vez. Se me daba realmente bien esto de adivinar que iban a decir.

Sonreí como un angelito mientras me sentaba, Sam me miraba como si fuera algo aburrido pero en el fondo sabía que le encantaba.

- ¿Lo hacemos como cada día? - le pregunté sin quitar la sonrisa de mi rostro viendo cómo su mirada pasaba de una de aburrimiento a una de enfado.

- Quién hace las preguntas aquí soy yo, delincuente - me contestó enfadado, me limité a asentir con la sonrisita falsa que llevaba semanas adornando mi cara.

Suspiré mirándolo - Pues comienza por favor, espero ansioso por saber las preguntas de hoy -

Vi como sus manos se transformaban en puños.

- ¿Por qué no admites que la mataste y te dejas de tonterías? - me preguntó directamente y mi cuerpo se tenso por completo - Sabemos que lo hiciste, no conocemos la razón pero sabemos perfectamente que fuiste tú -.

Me estaba enfadando, estaba completamente enfadado. Se lo había dicho una y mil veces y seguiría diciéndoselo hasta que me creyeran. Yo no sería capaz de matarla, dios, estaba tan enamorado de aquella mujer llena de luz. En ningún momento se me ocurrió ponerle una mano encima.

- Sam, déjate de gilipolleces - comencé enfadado - Sabes que la quería, lo sabes perfectamente - le recordé como cada puta vez que habíamos hablado.

Estaba harto, solo quería encontrar alguien que encontrará al asesino. Al culpable de que esa alma tan bonita ya no estuviera con nosotros. Que ya no estuviera conmigo.

- El amor a veces hace que hagamos cosas malas - soltó con odio y cansancio.

- Deja de pensar así, sabes perfectamente que nuestro amor no era enfermizo ni tóxico - sentí como la furia era intercambiada por la tristeza y la nostalgia - Puede que no quieras verlo pero nunca mataría a lo único que me hizo sobrevivir - le miré directamente a los ojos para que vea que no mentía - Y si no vas a ayudarme a encontrar al culpable, déjame libre y ya lo mataré yo solito - dije firme.

- Suerte con eso - dijo irónico palmeandome el hombro - Para eso tendrías que salir de aquí y me asegúrare que no lo hagas, Adeus -.

El Juego Al Que Nadie GanaWhere stories live. Discover now