Capítulo 5

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2025. Londres

Días después del vuelo a Italia.

Recuerda la frase: "No confíes en nadie".

Anónimo.

Mi madre vino corriendo desde la cocina hasta mi habitación con cara de enfado. Abrió la puerta con toda la fuerza que tenía y se plantó con cada brazo en un costado.

- La policía quiere hablar contigo, por lo visto una de tus compañeras de clase ha desaparecido - dijo cabreada, todavía no sabía el motivo de su enfado. Decidí preguntar ¿Qué podía perder?.

- Y de todo lo que me contaste ¿Qué es exactamente lo que te enfada tanto? - respondí calmado viendo que se quedaba parada en la puerta después de darme la noticia.

¿Desaparecida? Secuestrada.

Mi madre me miró con una ceja alzada mientras quitaba sus manos de sus caderas. Se acercó a la puerta y lentamente la cerró, luego se sentó a mi lado en la cama.

- Dime, por favor, que no has tenido nada que ver en la desaparición - suplicó ella mirándome directamente a los ojos mientras buscaba algo en mi rostro que le diera una respuesta.

Ella lo sabía, conocía la respuesta pero si lo decía, ella dejaría de confiar en mí.

- Yo no tuve nada de que ver con la desaparición - dije intentando sonar seguro pero su mirada y sus súplicas hicieron que mi voz se rompiera un poco. Ella negó con la cabeza y vi como una lágrima caía lentamente por su mejilla.

Se levantó de la cama como si estar al lado mío quemase y mi corazón se rompió un poco.

- ¿Tú? - preguntó con la voz rota mientras las lágrimas iban aumentando y caían más rápido cada vez - Te dije - un sollozó hizo que parase un momento, respiró hondo y prosiguió - Te dije que no te metieras en los asuntos de tu padre - me dijo esta vez más segura y a la vez se la veía aterrada - Una vez que entras, no puedes salir y lo sabes - siguió mientras se alejaba de mi.

- Si, mamá pero él necesitaba ayuda y yo me ofrecí - se lo expliqué levantándome de la cama e intentando acercarme un poco a ella.

Su cuerpo temblaba por el miedo que sentía. Me tenía miedo a mi. A su hijo.

- No - dijo al ver cómo me iba acercando - ¡No me toques! ¡Te lo había pedido, te había pedido que no siguieras los pasos de tu padre y aún así! - me gritó cuando estuve a dos pasos de abrazarla - Aún así lo hiciste - terminó con la voz rota y su garganta roja de tanto llorar.

- Mamá - comencé y volví a acercarme, mis dedos rozando sus brazos y sintiendo como estos se estremecían al sentirme - Lo siento - dije.

Acto seguido puse una de mis manos en su nuca, la parte trasera de la cabeza y otra en su cara, tapándole la visión. Suspiré y le volví a pedir perdón antes de hacerlo.

Con toda mi fuerza giré las manos, la que se encontraba detrás hizo que su cuello se moviera hacia la derecha y la de enfrente hacia la izquierda. Sonó un fuerte ruido y acto seguido su cuerpo se cayó al suelo. Cruji mis dedos y los estiré un poco reponiéndome de lo que acababa de hacer. Miré el cuerpo inerte en suelo y una sonrisa creció en cara.

El Juego Al Que Nadie GanaWhere stories live. Discover now