Capítulo 3

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2025. Italia.

Día 2 del secuestro.

Mostrando las verdaderas caras del juego.

Emerith Jackinson.

Sentí como unos brazos me dejaban en un lugar bastante cómodo. Supuse que era un sofá, me acomodé y la persona que me agarraba me soltó. Intenté abrir los ojos pero fue un intento en vano, estos no se abrían, en ninguno momento hicieron tan solo el amago de hacerlo.

Mi cuerpo dolía, quemaba. Sentí que mis costillas se estaban rompiendo, era un dolor infernal. El sofá no ayudaba, era cómodo si pero necesitaba dejar de apoyarme en él. Volví a intentar abrir los ojos con todas mis fuerzas. Sentí como poco a poco cedían ante mis intentos y mis párpados se iban abriendo.

Veía todo a mi alrededor borroso, no podía distinguir nada de lo que había alrededor. Poco a poco mis párpados dejaron de pesar y se hicieron menos pesados. Pude ver todo de forma más nítida, era una habitación sucia y desordenada. Con un cuadro grande cubriendo una de las paredes y el sofá en el que me gusta encontrabas cubría toda la que yo tenía detrás.

Me sonaba de algo está habitación extraña pero no caí en que.

- ¡Orik Jackinson! - oí una voz femenina gritando el nombre de mi padre.

Los recuerdos de lo sucedido vinieron de golpe, por eso me dolían tanto las costillas. Inconscientemente pasé mi mano por la zona dañada y un quejido abandonó mis labios. Seguía doliendo.

- Intenté no hacerla daño, Claire - vagamente oí aquello que le había contestado mi padre.

¿Claire?

El nombre solo me traía a la mente una persona pero me extraño tanto que fuera ella. Ella vivía en Italia, casi nunca íbamos a verla, es más, hace un año que no la veía.

Me olvidé del dolor por un segundo y la alegría me inundó por completo. Quizás vería a Claire después de tanto tiempo y ese pensamiento hizo que la mueca que mi rostro llevaba, cambiase a una amplia sonrisa. Con dolor, claro.

- Orik, Orik, Orik - dijo mi abuela mientras su voz se oía cada vez más fuerte. Se estaban acercando a la habitación donde estaba - No me mientas - amenazó con voz firme, una risita salió de mi boca.

- Oh vamos, sabías que usaría cualquier oportunidad para hacerla daño y aún así decidiste que yo la sacara de ahí - comentó con tono irónico.

Mi corazón se encogió. Ese no sonaba como el padre amoroso que había tenido de niña, el que me enseñó a montar en bici o el que me ayudó con las matemáticas. Esta versión de mi padre me daba miedo, me provocaba inquietud y no me hacía sentir nada segura.

- Escúchame muy bien, Orik, como no despierte, te mataré - le amenazó mientras las voces se oían más cercas y claras.

Se estaban acercando.

Me puse nerviosa y no se por qué eso fue el causante de que mi dolor aumentase. Las costillas volvían a quemarme y quise hacerme una bolita para ver si dejaba de doler. La cabeza también me empezó a doler de una manera horrible y a causa de eso, me empecé a marear.

La puerta se abrió con un gran golpe mientras yo, lentamente, perdia de nuevo el conocimiento y mis ojos volvía a cerrarse. Cuando el dolor de hizo insoportable, mi cuerpo me dio un descanso. Lo último que vi fue a una persona venir corriendo y taparme con una manta. Supuse que era mi tía

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Orik Jackinson (Verdad o mentira?)

Principal sospechoso del secuestro.

Claire me guía hasta la sala principal que ella usa para las reuniones de trabajo. Habíamos venido a ayudarla y se ha pasado la dos horas que llevamos regañandome. Qué si hice daño a su nieta me pregunta. ¿Por qué no lo haría? Al final cabo esa chica no es nada para mí pero aún así la traje con vida. Debería agradecerme.

- Ve más rápido, llegamos tarde - me ordenó mi jefa girándose un segundo para darme una mirada fulminante.

Me mordi la lengua para evitar contestar con lo que me pasaba por mi mente. No era mi culpa, era de su nieta.

Aceleré mis pasos callando a las miles de contestaciones que me moría por darla. Una tras otra venían a mi cabeza y no podía pararlas. No podía decir ninguna, si me quedaba sin este trabajo, sería mi ruina.

Llegamos, por fin, a unas grandes puertas que se alzaban al final del pasillo. Claire volvió a acelerar sus pasos pero está vez me dejó a mi atrás.

- Quédate aquí - ordenó, su voz firme me daba miedo pero a la vez me inspiraba respeto.

Por eso trabajaba para ella, podría trabajar para un millón de personas pero a ninguna le tendría tanto respeto como a Claire.

Asentí y me quedé a un lado de la puerta. Detalle el pasillo un poco más, parecía muy antiguo como de el siglo XIX. Algo llamó mi atención y es que por una de las paredes había un desnivel. Quizás era un camino a aquello que Claire protegía con su vida y que ahora yo también lo hacía.

Me sentí atraído hacia aquella extraña puerta y la curiosidad me ganó, me acerqué. Quería ver si realmente era una puerta secreta o una creación de mi imaginación o no aburrimiento. Me fui acercando y cuando me quedaba apenas un metro de distancia. La gran puerta se abrió dando paso a uno de los sirvientes de Claire.

- Ya puede pasar, señor Kion - me dijo justo antes después de volver a entrar.

Miré una vez más aquella puerta pero corrí para entrar a la sala de reuniones de mi jefa. Mantener este trabajo era mi objetivo y tenía que hacer cualquier cosa para conseguir ese fin. Porque Claire no me había traído para salvar a su querida nieta sino más bien para alejarla de alguien. En un primer momento pensé que ese alguien era yo, luego me extrañó.

Al llegar había dos figuras, una de ellas mirando hacia mi dirección. Era Claire y luego había otra persona conversando con ella. Cuando esta primera me vio, el hombre con él que habla se vio obligado a seguir su mirada terminando en mi.

Me limité a sonreír.

- Oh, bienvenido, este es Orik - oí que me presentaba a medida que me iba acercando a ellos dos. Su sonrisa crecía con cada paso - Orik este es Adeus y será el nuevo guardaespaldas de Emerith - comentó ella mirándome divertida. Oh vamos, lo sabía, ella lo sabía.

Aquello que tanto me había costado ocultar.

- Pero - dije dándome cuenta que había algo que no entendía - Su guardaespaldas soy yo, Claire - comenté o más bien le recordé mientras mis puños se apretaban en mis costados.

Claire sonrió aún más y me miró fijamente. Joder, si ella lo sabía, estaba todo perdido.

- Estás despedido, Robert -

El Juego Al Que Nadie GanaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu