Capítulo 10

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2025. Paradero desconocido.

Día 2 del segundo secuestro.

Regla número 1: No busques en los lugares obvios.

Emerith Jackinson.

Pasó el primer día, la música no cesó ni tampoco nadie apareció. Aunque al despertar, una bandeja con filetes de pollo y patatas fritas se encontraba sobre una mesa de plástico. También me di cuenta que me habían trasladado a otra habitación.

En esta no había altavoces, la música aún se oía pero más débil, cosa que mi cabeza agradeció. Lo más extraño fue, además de la comodidad de mi colchón, fue que hubiese dos. Uno en cada extremo de la habitación.

Para añadir más rompecabezas, mi secuestrador decidió poner una barrera transparente porque al intentar entrar para aquel colchón. Me electrocute. Mi cuerpo entero fue golpeado por electricidad. Hizo daño en ese momento, luego se pasó.

El siguiente día la música paró, del todo. No sonaba nada y eso era un alivio enorme. Mis oídos ardían un poco pero nada comparado con el principio.

Decidí tumbarme en la cómoda cama mirando el techo aburrido. No tenía nada que hacer y tampoco nadie se acercaba. Era el peor secuestro de los dos que había tenido.

Aburrida, comencé a contar ovejas intentando dormir para matar el tiempo de algún modo.

1 ovejita salta la verja.

Me la imaginé pero aquello no me ayudó a dormir. Empecé a dar vueltas en la cama buscando la posición perfecta. Me coloqué de noventa maneras distintas y ninguna era la elegida.

Suspiré cansada sentándome de nuevo y mirando a la otra cama. Podría entretenerme averiguar cómo entrar a esa dichosa parte. Probé entrando por un lateral de la pared.

No funcionó y se me iban acabando las ideas. Traté de lanzar algún objeto que rompiese aquella barrera pero también fue inútil.

Me pasé las manos por el frustrada. Me estaba aburriendo y nada me divertía.

Justo antes de que mi espalda volviese a rozar mi colchón nuevo, la puerta se abrió por primera vez, al menos la primera vez que yo la vi abierta.

Un hombre vestido con traje entró llevando consigo a una persona con una bolsa tapando su cabeza. El prisionero parecía intentar huir sacudiéndose pero el secuestrador ni siquiera se inmutaba. Era una lucha de uno solo y nadie luchaba contra él.

Una vez los otros guardias de fiera cerraron la puerta. El galán lanzó con fuerza a su prisionero llevándolo a la otra cama y haciendo que está se elevase unos centímetros por el golpe.

- Espero que te puedas aquí - le gritó el hombre con traje antes de salir de ahí dando un portazo.

La persona que traía la bolsa en la cabeza, se la quitó apenas oyó la puerta cerrándose. Se la quitó con rapidez y la sorpresa surcó mi rostro.

- Oh dios mío - dije susurrando mirando a aquella persona con el corazón en la mano - ¿Qué haces tú aquí? - pregunté acercándome a la barrera pero sin tocarla.

El chico se giró mirándome directamente a los ojos y estos se abrieron por la impresión. Su boca se abrió a la vez. Una completa expresión de sorpresa adornoba su familiar rostro.

- ¿Emerith? - preguntó cautelosamente. Cuando asentí vino corriendo a mi encuentro. Fue extraño que se parase justo antes de que la barrera le electrocutara - Desapareciste, cabrona - me dijo en tono gracioso pero se notaba preocupado.

El Juego Al Que Nadie GanaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt