Capítulo 11

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2025. Paradero desconocido.

Día 2 del segundo secuestro.

Ni los malos son tan malos
ni los buenos son tan buenos.

Emerith Jackinson.

Cuando acabé de contarle mi largo relato a Thomas, este no comentó nada ni dijo nada. Se limitó a mirarme.

- Entonces - salió de su estupefacción y comenzó con sus preguntas. Suspiré, prefería no responder a más preguntas o me echaría a llorar allí mismo - ¿Tu padre no es tu padre? -

Sonreí triste recordando a Orik. Me mintió toda mi vida, crecí creyendo que era mi padre.

- Eso me dijo Claire pero ha llegado un punto en el que no se a quien creer - contesté soltandome un poco, ya que, con Thomas me sentía segura, siempre me había sentido así.

Él suspiro triste, Thomas adoraba a mi padre. Bajó la mirada y sentí como mi corazón se rompió un poquito más.

- Puede que él no fuese mi padre pero fue quién me cuido al final cabo - le dije después de pensarlo unos segundos.

- Pero es un mentiroso - me contestó Thomas levantándose furioso con una mirada que nunca vi antes en él - Te mintió toda tu vida y ¿aún así dices que le quieres y que fue un buen padre? - se rió sarcásticamente, un escalofrío recorrió mi columna al verlo así - ¿Y tu verdadero padre? - me preguntó al dejar de reír mirándome de nuevo con esa mirada, sus ojos dulces se cambiaron a unos llenos de ira - Ni siquiera has pensado un solo minuto en quién podría ser tu verdadero padre - me recriminó y esta vez su mirada emitía decepción.

Respiré hondo no queriendo explotar como la otra vez con Adeus. Si lo hacía, quizás perdería a mi mejor amigo. Pero no era justo, se lo había contado todo y aún así pensaba que era una egoísta.

Adeus vino a mi mente por unos segundos. Por extraño que fuese, confiaba plenamente en él.

Sacudí la cabeza sacando esos pensamientos de mi cabeza.

- ¿Sabes qué, Thomas? - oh, perfecto, ahí iba - Piensa lo que quieras pero ¿tú crees que después de todo lo que he pasado estos últimos días, ha pasado por mi cabeza algo más que la muerte? - le miré dolida - Pues dejame decirte que la respuesta correcta es que no. Él que creía que era mi padre me sacó a rastras de mi casa para llevarme con mi abuela muerta y hace dos días me volvieron a secuestrar cuando me empezaba a enterar de cosas allí - me levanté como segundos antes lo había hecho él, gire sobre mis tacones y pedí interiormente que me calmase - Me trajeron y me torturaron aquí, la maldita canción no se quita de mi cabeza. Día y noche suena, volviéndome completamente loca - puse mis manos a ambos lados de mi cabeza cerrando los ojos un segundo - Así que no, joder, no doy para más. No se qué cojones pasa y eso es más importante qué él gilipollas que no volvió a buscarme ¿Entendido? Así que si ya está todo aclarado me gustaría dormir - finalice tumbandome en la cama.

Cerré los ojos y moví levemente mi cuerpo buscando la posición ideal para dormir. Oí como Thomas se acercaba.

- ¿Te torturaron aquí? - me preguntó lentamente. Cuando asentí, su mano se volvió un puño y golpeó fuertemente la blanca pared.

Alcé una ceja extrañada. Si bien no se lo había contado, cuando le expliqué cómo mi padre me había llevado a Italia, no se enfadó.

- ¡Te vas a hacer daño! - grité al ver que golpeaba una y otra vez a la pared. Sin descanso. Dejando manchas rojas en cada golpe -¡Thomas, por favor! - supliqué acercándome a la barrera mientras sentía como una lágrima se deslizaba por mi mejilla.

Thomas dejó los golpes girándose a mi encuentro. Sus ojos estaban cerrados al igual que sus puños.

- Emerith, lo siento tanto - dijo en un susurro que apenas pude oír - No me odies, por favor - suplicó esta vez más alto abriendo los ojos y mirándome con tristeza y dolor.

- ¿De qué hablas? - pregunté confusa por su actitud.

- No tenías que enterarte tan pronto pero tengo que reprender a esos imbéciles por no acatar las órdenes - contestó ignorando mi pregunta.

Respiré hondo. ¿Órdenes? ¿Suyas?

Miles de preguntas llenaron mi mente y en el fondo sabía la respuesta. La tenía clara pero era demasido dolorosa para aceptarla.

Una lágrima volvió a caer al oír como llamaba a los guardias. Estos, sin ningún tipo de llave ni nada, abrieron la puerta. Él nunca estuvo secuestrado ni cautivo.

¿Me había mentido?

- ¿Qué pasa? - preguntó el guardia una vez dentro mirando fijamente a Thomas.

Este me miró detalladamente antes de suspirar y girar hacia el guardia.

- He estado hablando con Emerith - empezó sonriendo ampliamente y vi como el guardia se encogió - Me ha comentado su gran bienvenida a mi casa - continuo acercándose hacia él mientras el guardia buscaba urgentemente huir de ahí. Ya éramos dos. - ¿La torturasteis? - preguntó seriamente agarrando al hombre del cuello del uniforme que llevaba - Y quiero la verdad, Gred, o yo mismo me encargaré de enseñarte como los Rety torturamos -

Me quedé estupefacta al ver cómo mi mejor amigo hablaba al pobre hombre. Las lágrimas comenzaron a salir al darme cuenta. Él me había secuestrado. Todo eran mentiras.

- No jodas, Thomas - dije sin poder contener las palabras en mi boca - Te confié todo, literalmente todo ¿y me traicionas como todos? - pregunté mientras una mueca triste crecía en mi rostro.

Él me ignoró presionando más sus manos en el cuello del guardia.

- Si pero fue porque Jions lo pidió - contestó él. Thomas lo soltó sin cuidado haciendo que se diese un fuerte golpe en la cabeza cayendo inconsciente.

- Oh dios - me cubrí la boca con la mano, cada vez llorando más. Miré a Thomas con miedo. - Le has matado - dije en voz alta, lo suficientemente alta para que bufase.

- Callate - me ordenó con voz seria y fría, me encogí en la cama como días antes había hecho con la música - Emerith, no hagas esto más difícil - dijo sacando un mando de su bolsillo derecho mientras que con la mano izquierda se despeinaba - Mientras estés aquí, harás lo que yo te diga - volvió a decir pasando la zona de la barrera.

Intenté ocultarme en una bola sintiendo pánico porque él me pusiera una mano encima. Mi mejor amigo, él cuál antes me transmitía confianza, ahora me daba miedo.

- Mierda - dijo al ver cómo reaccionaba a su cercanía - No, por favor, Emerith, no me tengas miedo - suplicó acercando lentamente su mano mientras me miraba a los ojos con una expresión de súplica. Mis lágrimas caían sin cesar - Por favor, bonita -

Negué con la cabeza varias veces intentando que se alejase, acerqué más mis rodillas a mi pecho.

- Vete - susurré queriendo estar sola como al principio de mi segundo secuestro - Vete, por favor - ordené aún bajito.

Thomas suspiró, se levantó e hizo el amago de irse pero antes volvió a activar la barrera dejándome cautiva en esa celda.

- Algún día lo entenderás - dijo y se marchó mirándome una última vez.

Estaba segura que nunca lo entendería pero en lugar de contestar. Me quedé en la cómoda posición en la que me sentía segura y a salvo. Lágrimas caían al recordar en lo que se había vuelto mi vida.

Mentiras.

Traiciones.

Engaños.

Tristeza.

El Juego Al Que Nadie GanaWhere stories live. Discover now