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Todo estaba oscuro, no podía ver absolutamente nada.

Su mente estaba perdida, no recordaba nada, pero entre medio de toda aquella inmensa oscuridad, escucho algo, eso lo alertó pero no lo asustó, era la Muerte después de todo.

Su ceño estaba fruncido y su guardia en alto, pero al ver aquella silueta que lo tenía loco se tensó y quedó inmóvil en su lugar.

De nuevo estaban aquellas alusinaciones.

Trato de moverse pero su cuerpo no respondía a sus órdenes, eso lo hizo gruñir de molestia, su vista seguía mirando aquella silueta que ahora se empezaba a acercar a el. Y el ya sabía cómo terminaría esto, todas las alucinaciones que había tenido últimamente, siempre terminaban de la misma manera.

Manera que lo fustraba.

Justo cuando estaba por hacer alguna acción, una acción que ni el entendía el impulso que le hacía sentir por hacerlo, pero justo en el momento que se atrevía, todo se acababa.

Todo se volvía oscuro y sombrío, para luego despertar de aquel sueño que tenía gracias a la fuerte fiebre; que no le ayudaba en nada para detener las alusinaciones.

El tampoco entendía porque eso le molestaba.

[....]

Su cabeza le dolía y se sentía un tanto aturdido, trataba de adaptar su vista a la luz que le pegaba casi en la cara.

Su vista estaba algo borrosa y apenas reconocía algo que había a su alrededor, pero no estaba en el limbo, eso era seguro. Estaba acostado en algo que parecía suave y cómodo, para su gusto no era algo tan agradable o a lo que estuviera acostumbrado, pero se podía acostumbrar o eso creía.

—Al fin despiertas Lobo —hablo una voz femenina, por su acento argentino el dedujo que era Ricitos.—

—¿Dónde estoy? —pregunto primero que nada, sobando un poco su cabeza al sentir dolor y también en el resto de sus extremidades.—

—Bueno, hace poco cuando iba pasando con mi familia por el pueblo te vimos tirado en un callejón —explico con algo de seriedad— Al parecer te habías desmayado, como no te despertaste cuando te llamamos te trajimos con el doctor del pueblo...

—Hjm, gracias... supongo —el contesto con simpleza, mientras se sentaba en la cama— ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Como una hora.. creo —ella trato de recordar, pero le era difícil.—

—Esta bien —asintio con su cabeza mientras se ponían de pie, pero ahí fue donde se percató que no tenía su capucha puesta solo una sábana blanca que lo cubría de la cintura para arriba.—

—Asi, el médico te reviso así que como se pudo se te quitó tu capucha —se encogió de hombros, estando de espaldas.—

—Que invasión a mi privacidad —comento con voz algo dominante y firme.—

—Te hizo un chequeo, dijo que estabas hirviendo en fiebre...

El no dijo nada más ante ese argumento, no quería discutir y mucho menos en el estado en el que se encontraba, su cabeza le dolía igual que el cuerpo y no estaba de humor para eso, estaba irritado.

—¿Sabes? me parece impresionante que tú te puedas enfermar siendo la Muerte misma...—ella dijo con algo de asombro y seriedad a la vez.—

El no respondió ante eso, solo guardo silencio.

—¿Acaso se te pego la enfermedad de los enamorados? —comento aún estando de espaldas.—

Esas palabras le parecieron graciosas al Shinigami ya que soltó una risa algo ronca y seca.

—¿De que te ríes? —hablo algo molesta.—

—Sobre lo que dijiste, niña, eso ya no puede ser posible. Ni siquiera me eh enamorada jamás en mi existencia —la incredulidad no paso de ser persivida por la rubia.—

—¡No seas boludo, idiota, todo puede ser posible!

—Solo son mitos, hace mucho tiempo dejo de existir...—el comento con desinterés.—

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Al rato subo el otro cap, pa mientras aquí tienen 😼

La enfermedad de las rosas (Kittydeath)Where stories live. Discover now