Luego de aquello, el cuarto se quedó en silencio, la gata bicolor no sabía que responder ante la pregunta de la rubia. Se suponía que ella debería estar feliz con su decisión ¿no?

Pero parecía todo lo contrario.

Su mente divagó en muchos pensamientos, con tal de no sentir la expectante mirada de la argentina, por qué a pesar de todo, la hacia sentir chiquita. Tenía que encontrar una respuesta y que sonará sincera de verdad.

Pero no podía.

—... Yo...—hizo una pausa, pensado en algo rápido para salir de la situación.—

—Dime la verdad Patitas Suaves, te juro que nada saldrá de estas cuatro paredes...—Ricitos trato de darle algo de confianza.—

—Yo...—soltó un suspiro tembloroso— No lo sé...

Respondio finalmente, agachando su mirada con sus orejas bajas.

—No lo sé Ricitos, ya no se que pensar...—exclamo con algo de inseguridad— No estoy segura de que si es lo que quiero en verdad...

—¿Amas a Gato de verdad? —le pregunto con serenidad.—

—No lo sé...

—¿Te enamoraste de alguien más? —esa pregunta hizo que Kitty se tensara, no sabía que decirles respecto a eso.—

—Cr-creo... creo que sí...

Ricitos asintió en entendimiento.

—¿Puedo saber quién es?...

[....]

En una librería se podía ver a un joven lobo, que parecía arreglar unos cuantos libros en un estante. Su pelaje era castaño, se podía decir que era un lobo mexicano, lo cual era cierto, su vestimenta consistía en unos pantalones negros y una camisa blanca algo holgada.

—¡Drako! —grito una voz femenina, pateando la puerta y entrando de manera alarmada.—

—¡Por mis lobos ancestros! —el joven lobo perdió el equilibrio de la escalera al escuchar su nombre, cayendo de espaldas al suelo con la escalera encima— Ricitos...

—¿Estás bien? —le pregunto mirando al lobo tirado.—

—De maravilla —dijo de manera sarcástica, empezando a levantarse— ¿Que quieres ahora?

—Necesito un libro, es urgente —ella se paro enfrente de la recepción, donde el lobo castaño la vió algo confundido.—

—Es raro que vengas a pedir un libro prestado en lugar de robarlo, sabés —se cruzó de brazos.—

—Lo sé, lo sé y prometo pagartelos en otro momento —su voz sonó algo desesperada, por qué en realidad lo estaba.—

—¿Que libro necesitas? —la miro con curiosidad, caminando hacia un estante con libros.—

—No se si recuerdas el de "La Enfermedad de las rosas"...

—Hmm, dame un momento...

El lobo castaño se adentro un pocos más a el lugar, buscando en cada uno de los estantes el libro que la rubia pidió.

Ricitos había conocido a el joven lobo, ya qué gracias a qué un día fue a buscar un libro (el cual termino robando), hizo un poco de plática con él cuando le comento el libro que buscaba. Con el paso de el tiempo, se hizo costumbre que siempre llegaba a pedir libros y los terminaba robando.

—No... no... no —murmuraba el lobo, mirando el título de los libros— Creo que tendré que arreglar los libros de nuevo.

Y así siguió durante unos minutos más, que para, Ricitos parecían una eternidad, hasta que el lobo regreso con el libro en manos.

—¿Este es el libro? —le entrego el libro a la rubia, quién prácticamente se lo arrebato de las manos— De nada...

—¡Si, este es! —exclamo aliviada, empezando a buscar una página en específico.—

—¿Por qué tanto interés en este viejo libro? —pregunto con confusión— Digo, es nuevo viniendo de ti que solo vienes a buscar libros de historia y cuentos...

—Hace tres meses que vine lo encontré, y me interesó —le respondio sin prestarle mucha atención— ¡Bingo!

Habia encontrado la página que tanto ansiaba encontrar, el lobo castaño solo se acercó a ella para ver lo que ella tanto busco entre las páginas, y la curiosidad le ganó que empezó a leer, en silencio.

—Ya en serio Ricitos, ¿por qué tanto interés en este libro?

—Mi querido amigo, ¿habías escuchado antes hablar sobre esta enfermedad? —el lobo negó— Bien, entonces te lo diré en resúmen. Tengo dos amigos que tienen esta enfermedad y si no los ayudo pueda que los dos se mueran.

—Carajo...—murmuro el lobo a lo bajo, volviendo a centrar su vista en la escritura de el libro— ¿Pero cómo pretendes ayudarlos?

—No es obvio —lo miro de forma incrédula— Tendré que tomar el papel de cupido mi estimado.

—¿Que tú que? —solo eso pudo decir antes de soltar una carcajada— Oye Ricitos, ¿estas consiente de lo que dices?

—Claro que lo estoy, idiota, y tu me ayudarás con ello...

—Aja si, yo voy... espera, ¿¡QUE!?

[....]

Sus pasos eran lentos y torpes, decir que estaba nervioso sería poco, estaba algo aterrado a decir verdad. Digo, ¿que pensarían todos al ver a la Muerte en un hospital?

Pero poco le importaba, en estos momentos solo quería ver a su amada. Tenía un presentimiento, y no le agradaba nada porque estaba seguro de que no era nada bueno.

—¿Que haces aquí? —la voz de el felino español hizo que sus pasos se detuvieran, se volteo para mirarlo.—

—Solo... solo vine a ver a Kitty —le respondió con seriedad, no tenía ánimos ni humor para lidiar con el felino.—

—¿Que? ¿para que o que? —Gato frunció su ceño y sujeto su espada— Aún no a llegado su hora, ¿o si?

—Claro que no, idiota —Muerte suspiro pesadamente— Solo vine a verla por qué me enteré que no se encontraba bien...

—¿Como te...? —lo miro confundido.—

—Soy la Muerte. Siempre ando azechando a cada mortal, te sigo cada paso, Gato con Botas.

—B-bueno...—el felino soltó un suspiro tembloroso.—

Sin más que decir, el Shinigami siguió caminando hasta llegar a la habitación donde estaba Kitty. Tocó la puerta con algo de nervios.

—Adelante...—escuchar esa voz, hizo que su corazón se acelerará y golpeara violentamente contra su pecho.—

—Kitty —hablo el Shinigami, en el marco de la puerta.—

—Lobo...

▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭▬▭

Oh-oh-oh ¡Quiero un mal romance!

Mala suerte que no se puede xd

Pero bueno, espero que le haya gustado :)

Adiós ❤️

La enfermedad de las rosas (Kittydeath)Where stories live. Discover now