Y ahí estaba, no sabía ni como la rubia lo había logrado convencer de aceptar tal cosa que hizo a sus espaldas.

Se encontraba en aquel campo de flores libre, alejado de el pueblo, dónde prácticamente nadie iba; casi nadie sabía de su existencia. Además, era una hermosa noche, y la luna llena ilumanaba perfectamente.

En esta ocasión, La Muerte estaba caminando de un lado a otro y murmurando unas cuantas palabras, que Ricitos le había dicho. Su mente estaba perdida y en blanco, se podía decir que era por los nervios.

—Tranquilo, todo saldrá bien —se dijo así mismo a lo bajo— A quien engaño, solo me quiero convencer yo mismo...

—¿Convencerte de que? —esa voz femenina hizo que el lobo blanco se congelará en su lugar.—

—K-kitty —hablo de manera algo torpe, mientras se volteaba a verla— Que alegría verte.

—Lo mismo digo —dijo sonriendo leve, parecía nerviosa— Y dime, ¿para que querías verme?

—Ahmm, yo...—guardo silencio un momento— Quería platicar contigo un rato, así que pensé en citarte aquí...

—Entiendo... ¿sobre qué quieres hablar? —alzo su ceja y se cruzó de brazos.—

Oh no.

Ahora no sabía que responderle, en estos momentos odiaba el hecho de no haberle puesto mucha atención a Ricitos.

—Pues... no se, solo quería...

—¿Conocerme un poco más? —la felina sonrió algo divertida.—

—¿Eh? ¡s-si! —dijo de inmediato para luego aclararse la garganta— Si eso, desde la última vez quede algo intrigado contigo...

—¿Pero que puedo contarte? —se empezó a acercar a él— Tu siendo la Muerte creo que debes conocer toda mi vida, desde que nací hasta ahora.

—Ni te creas... no siempre ando pendiente en la vida de todos los mortales —mintió, si, esa sería una pequeña mentira piadosa para poder pasar el tiempo junto a ella y aprovechar lo que había hecho Ricitos.—

—Entiendo...

[....]

—¿Crees que fue buena idea dejarlos solos? —le pregunto repentinamente Drako— Digo, en caso de que algo hubiera salido mal...

—Claro que no, hay que darles privacidad —le respondió Ricitos mientras leía un libro— Además, se supone que la chismosa aquí soy yo, no tú.

—¿Q-que? ¡NO! —le contestó de inmediato— No lo decía por ese sentido, dios, ¿acaso solo piensas en chisme, rubia?

—Hmm... a veces no siempre —le respondió en broma— Pero al punto que quiero llegar...

Y con eso, dejo el libro de lado y miro al lobo castaño con atención.

—Es que confío que el Lobo hará todo bien. Solo es cuestión de tiempo —se encoge de hombros— Y si algo llega a salir mal, ese depredador me las pagará...

[....]

En estos momentos; la felina y el Shinigami miraban la hermosa luna llena que había esa noche. Ambos sentándose en el pasto, minutos atrás habían estado conversando de cualquier tipo de cosas, y ahora, ambos estaban en silencio.

Un silencio cómodo.

Dónde solo eran ellos, bajo la luz de la luna.

—¿No es hermosa?

La enfermedad de las rosas (Kittydeath)Where stories live. Discover now