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Una chica de mediana estatura, cabello rubio y vestida como una maid entró en la habitación y dejó una bandeja con comida sobre la cama matrimonial.

Luego, le dirigió una mirada al pelinegro e hizo una reverencia.

—El amo lo pidió especialmente para usted señor. —dijo la chica tímidamente.

¿"Amo"? ¿"Señor"? ¿Qué?

—No tienes que hablarme tan formal, ¿tenemos casi la misma edad, no? —preguntó, mas la chica no respondió.
— Por favor, dime Hueningkai. —pidió. La chica asintió levemente, musitó un "con su permiso" y salió de la habitación.

Kai ignoró su actuar y se acercó a la bandeja, su estómago rugía de hambre. No tenía idea de que día u hora era pero no le importaba, lo importante ahora era comer. Comenzó a comer y agradeció internamente por todo, era simplemente delicioso.

—Tienes que comer bien, si no comes, tu cuerpo no soportará nada de lo que quiero hacerte bonito.

Se detuvo. Oír su voz, definitivamente, le había sacado todo el apetito.

Era molesto.

—¿Qué quieres? —dijo manteniendo su vista fija en el plato sobre la bandeja.

—Te recuerdo que esta es mi casa. —enfatizó. — Y harás lo que yo te ordene. —el pelinegro lo observó detenidamente. ¿En serio le estaba diciendo eso? —Por lo tanto —continuó diciendo. —deberás llamarme "amo" a partir de ahora. —Kai afianzó su mirada sobre él sin poder creer sus palabras.

—Ni lo sueñes, no soy una maldita mascota.

—No, no eres una maldita mascota, pero si eres mi maldito nuevo juguete y yo seré tu dueño. En otras palabras, seré tú amo. ¿Lo entiendes o te lo explico con dibujitos?

—Vete al diablo. —dijo sin apartar la mirada de la suya. Él río y dijo:

—Yo soy el diablo, bonito.

—Yo soy el diablo, bonito

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𝑇ℎ𝑒 𝐷𝑒𝑚𝑜𝑛 - 𝑆𝑜𝑜𝑘𝑎𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora