Capítulo 13.

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Su corazón comenzó a palpitar tan rápido como si fueran las alas de una mariposa que estaba a punto de escapar de su pecho en dirección de Camila. Paso a paso se acercó hasta ella.

- Te ves... Preciosa. – Pareció sonar casi en un susurro.

- ¿De verdad?

- Venga, déjame verte.

Con la ayuda de su mano logró que la morena se girara sobre sí misma haciendo lucir el elegante, pero sobrio, vestido color rosa palo que se pegaba al cuerpo de esta.

- Camila Cabello... Te ves preciosa... Eres preciosa.

Presa de la emoción que aquella imagen le provocaba la más alta enmarcó el rostro de la morena entre sus manos intentando no correr el impoluto maquillaje de fiesta.

Tantas veces, durante sus últimos años de secundaria, imaginó ver a Camila convertida en aquella mujer tan hermosa y madura. Brillando. Como sólo ella podía hacerlo.

- Te he extrañado... – Confesó Lauren.

Ambas se mantuvieron en inmersas en sus profundas miradas que parecían querer decirse mil palabras.

- Yo también Lauren... No sabes cuánto... Te esperé, cada día, cada atardecer... Siempre esperé que volvieras. – Susurró entre pequeñas lágrimas.

- ¿De verdad?

- No tienes idea... - Suspiró. – Cada día despertaba esperando saber algo nuevo de ti. Que aparecieras a por mí... Por lo nuestro.

Lauren escuchó cada palabra sintiendo cómo se le plasmaba directo en el corazón.

- Siempre pensaba en ti. – Confesó. – No pasó día en que no lo hiciera... Recordando tu voz, tu risa, tus pecas, tus manos... Los días bajo el sol acostadas en el césped recién podado... La lluvia de verano... Quise volver muchas veces, especialmente después de lo que pasó con mi pierna... Pero tu familia, siempre me detuvo. Luego dejé de saber de ti, pensé que habías seguido con tu vida, y que yo me había quedado congelada en el pasado.

Ahora sus propias lágrimas fueron las que se agolparon en sus ojos mientras acariciaba las mejillas de Camila.

- Fui yo la que pensé que ya no querías saber más de mí.

- Seguí enviándote cartas...

- Lo sé... - Frunció el ceño. – Fue mi madre quien las ocultaba y me hizo pensar que ya no me escribías.

Por un par de segundos sólo el silencio reinó en la habitación donde Lauren ahora tenía entre sus brazos a Camila.

- Aún llevas la pulsera. – Sonrió la más alta.

- Sí... Cada vez que la miro recuerdo el día que me la regalaste.

- Estabas tan feliz.

- Estar contigo me hacía muy feliz. – Apretó el agarre del abrazo. – Pareciera mentira que después la vida siguiera sin ti... Pero sólo Lukas podía darme un tipo de felicidad que me hacía seguir adelante.

La ojiverde meció lentamente el cuerpo de Camila quienes se mantuvieron en aquel lento baile por varios minutos.

- Hay tantas cosas que quisiera contarte. – Murmuró la morena.

- Y yo a ti.

- Un día podríamos ir al faro... A Lukas le encanta ir allí.

- ¿Sí?

Los colores del mar. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora