Ella sabe que no fue un error, pero...

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No dijo nada sólo le regaló una sonrisa cansada y volvió a recargar su cabeza en su pecho.

— No quiero irme.

— No te vayas.

— Aunque no quiera, tendré que irme de todas formas.

Acariciaba su cabeza, recargando su mentón en ella y concentrándose en la calidez de su cuerpo. No se sentía bien, tenía frío y ganas de vomitar, no podía sacar de su cabeza la imagen de Nayeon desvaneciéndose.

La atrajo más hacia su cuerpo y la abrazó con mayor fuerza.

— Yo también.

— ¿Cómo?

— Yo también te amo cada día más. Gracias por venir.

Jeongyeon no aguantaba, quería besarla frente la multitud y decirles que la única que la hacía sentir con vida era su chica. Quería aclararle a Nayeon que no la amaba como una amistad, la amaba, tanto como pueda caberle en el alma y el corazón.

En lugar de eso se limitó a sonrojarse, esta vez sin que haya una caricia de por medio, era mucho más, habían sido palabras.

Antes de que pudieran decir algo más, escucharon una voz al fondo, Nayeon se separó de golpe.

— Mi padre... Estaba pálida y nerviosa. — Por favor vete, vete no quiero que te haga nada.

— Estaré bien.

— ¡No! No lo conoces, se pone como loco y si me ve contigo...

— Si la veo contigo que ocurre, Nayeon?

Mierda... su padre era más rápido de lo que parecía.

— N-nada, yo...

— ¿Dónde te metiste estúpida mocosa? Tomó ese cabello castaño que tanto amaba Jeong, y lo jaló, alejándolas.

— Suéltame, por favor...

— Oh, si que te voy a soltar. Le dió un empujón, y de repente ya se encontraba golpeando su rostro con su puño, dejándolo rojo. — ¡¿Cuántas veces te he dicho que no te quiero cerca de esta enferma?!

— ¡No la toques! Quiso poner barrera, pero el hombre es mucho más alto.

— No te acerques, vete... Decía, recuperándose de la impresión del golpe.

El sujeto soltó una risa burlona, mirando a ambas mujeres. — ¿Qué es esta mierda? ¿Son una pareja?

Jeongyeon se guardó los insultos, pero se acercó más al hombre, mirándolo a los ojos con un odio que quemaba, sus ganas de responder salieron, elevando de más la voz.

— ¿Y si es así? ¿Qué vas a hacer? ¡¿Vas a alejarme para siempre de ella?!

— ¡No vuelvas a responderme estúpida! Levantó su mano, iba a golpearla, pero una abofeteada repentina no se lo había permitido.

Era Seungyeon, estaba tan alterada que desquito sus energías en él.

Oh no, mala idea...

Tomó a su hija por los hombros, agitando su abrigo. — ¿No te cansas de hacerme quedar en ridículo? ¡Toma la puta maleta y muévete!

Volvió a golpearla.

— Nayeon... Nayeon no te vayas.

— T-tranquila, voy a volver, por favor, espérame.

— Nay... no, no por favor. Agarró su mano, estaba temblando, tenía miedo.

— Suéltame.

— No.

— ¡Suéltame! Gritó, tan fuerte que asustó a su menor, quien en estos momentos parecía un cachorro asustado. Sólo quería abrazarla.

Un abrazo que no fuese de despedida.

— No, no, no...

Seungyeon tomó su mano para que la soltara, pero seguía forzándolo.

Jeongyeon tuvo que ver como le cortaban las alas a su ángel.

No sabía que hacer aparte de consolarla, pues, sabía que ella había sido la razón por la cual su hermanita llegaba feliz todos los días.

Y si eso se acababa, ¿Qué podía hacer ella? No podía traer a Nayeon de regreso.

— Va a regresar...

— ¡No mientas! Le dió la espalda, y comenzó a caminar hacia la salida, sentía que podía escuchar incluso el llanto de Nayeon a tan grande cantidad de distancia.

Se abrazaba por si sola, con la mirada hacia bajo y lágrimas que mojaban sus brazos.

Vió a su chica por lo que parecía ser la última vez, con su cabello largo castaño, ahora enredado, esos bonitos labios resecos, ojos tristes y mejillas rojas, pero no por vergüenza.

Se sentía en un total engaño, en una obra donde moriría al final de ella.

Lo que inicio como algo bello se había convertido en lo más horrendo.

Sus pensamientos estaban llenos de ella.

«¿Cómo decirte que te amo?
Las palabras guardadas buscando sinalefa para unirse y hacértelo saber.
Las nubes en tus pupilas, mejillas color algodón de azúcar.
Lloro cuando te extraño, ambas sabemos que nuestros corazones quieren abrazarse también.
Risa contagiosa, ojos de miel. Quiero preguntarte hoy, cual es la respuesta al corazón.
Que nuestra distancia sea efímera, pero nuestro amor no.»

Nayeon estaba confundida, por que.. ¿Por qué no dejaba de llorar por ella?

«¿Cómo representar emociones que no se que existen? Mi voz rota finge estar completa, pero no soy un puzzle; aunque esto me quiebre la cabeza.
Mis sentimientos no son efímeros, porque haz roto la caja de cristal que me tenía encerrada, y por fin me liberé.»

Ella sólo quería que Jeongyeon la abrazara una vez más.

...

Hola guapuras, me aparezco aquí después de como dos semanas 😘
Si llegaste hasta aquí, gracias.
Sigan leyendo, muak.

SKTILH | 2yeonWhere stories live. Discover now