Ella sabe lo que siento, pero...

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¿Qué dijiste?

De pronto, la burbuja de amor en la que se encontraba Nayeon había sido explotada cuando tuvo más consciencia de sus palabras.
¡Diablos! Se había dejado llevar por las emociones y ahora tendría que explicarle esto.

«Por favor no me odies»

Oh, ah... nada. Dijo cabizbaja, tal vez había desaprovechado una oportunidad. Esa de dejar de esconder su corazón y compartirlo con todo mundo.

¿Estás segura?

— «No» ¡Sí! Por supuesto.

Y cuando Jeongyeon demostró desinterés, no pudo hacer más que suspirar harta de esta situación.

Es un poco tarde, ¿No crees? Comenzará a atardecer pronto.

— Ya lo veo, debería devolverte a tu casa. Tu madre debe estar preocupada.

— Claro... sería lo mejor. ¿Nos vamos?

Jeongyeon cedió el paso y caminaron a la par hasta la salida del pequeño Jardín.
Ese jardín que había oído sus más grandes súplicas de amor.

El camino era largo, se habían alejado un poco de casa, pero al menos, le daría tiempo a Nayeon para controlar un poco su mente y aplacar sus deseos.

«Estoy enamorada de ti, date cuenta por favor»

Llevaban unos diez minutos caminando en completo silencio, la más alta se sentía ansiosa, no le gustaba cuando Nayeon guardaba silencio. Eso no era normal.

¿Te pasa algo?

No, sólo... tengo hambre. Sonrió. — ¿Quieres ir a comer algo?

Está bien, ¡Vayamos por pollo frito! Anda, ¿si?

De acuerdo, pollo frito será.

Sus ojos estaban clavados en la reacción de Jeongyeon, dando pequeños saltitos como niña pequeña. Al ver esa emoción supo que no importaba mucho que lo supiera, no mientras ella tuviera el honor de saber por sí misma que estaba enamorada de una chica preciosa. Yoo Jeongyeon.

Pero en algún momento sus sentimientos terminarían por ganarle.

Aun así, la preocupación que tenía ahora no era nada que ver a la situación.

Su padre, ¿Qué pasaría cuando la encontrara? Cuando se de cuenta que no está escondida en los Estados Unidos sino que volvió a Corea, estaba segura que la tendría encerrada de por vida, como a su madre.

Era un monstruo, odiaba ser tan parecida a él.

Todos los días se preguntaba que tenía ella para que su propio padre la odiase tanto.

Trato de olvidar un poco el tema, podía hacerlo teniendo a un ángel frente a ella. Su pequeña alta Jeongyeon.

Sabes, este pollo frito es el favorito de Jisu, aunque no puede comerlo seguido porque es muy menor aún. Hizo un leve puchero al imaginar a su pequeña prima.

¿Enserio? Pero tiene diez años. Frunció el ceño sorprendida.

Sí, lo se. Pero su madre Siyeon no se lo permite. La novia de su madre siempre en sus cumpleaños la lleva a comer este pollo frito, es una pena que no estuviera en los primeros cumpleaños de Jisu, cuando sus padres se divorciaron.

Los divorcios son... complicados, tristes y complicados.

Dirigieron sus miradas a la comida, y continuaron hablando cuando terminaron de mascar.

— ¿Te cuento algo? Siguió hablando ante el asentimiento de la menor. — Mis padres se separaron cuando yo era más pequeña, pero siguen viviendo juntos porque mi padre... b-bueno, ya lo conoces. Mi padre fue el que eligió divorciarse, pero no sabe perder. Y cuando mi madre acepto el divorcio como si nada, él decidió atarla a su vida aunque ya no fueran nada legalmente, nada más que mis padres.

Jeongyeon puso su mano en su hombro consolándola un poco. Aunque sabía que Nayeon era más fuerte y muchísimo menos sensible que ella, todos necesitábamos apoyo en algún momento.

Debió ser muy difícil para ti, eras una niña.

— Sí... creo que mi vida es más difícil ahora. Pero estás tú, es mejor así.

Nayeon suspiró un momento, tomando la mano de Jeongyeon en su hombro y acogiéndola entre sus grandes manos. La miro antes de seguir hablando.

Yo nunca tuve amigas, amigas de verdad. Así que me siento afortunada y agradecida. Con el destino, con Dios, pero sobre todo contigo. Nunca me había sentido tan acompañada y es algo que agradezco.

Jeongyeon miró enternecida, sonrojándose un poco cuando noto sus manos unidas. Quería separarlas, pero las ganas eran más fuertes.

Terminaron de comer y mientras caminaban algo lejos de la otra, la menor no podía quitarle los ojos de encima a la chica frente a ella.

A Nayeon si que le venía bien el corte. Se veía hermosa, tan perfecta como una muñequita.

Continuaron sus pasos hasta la casa de Jeongyeon, iban apresuradamente pues la luz empezaba a ocultarse.

Señorita entregada en su casa. Espero te hayas divertido hoy.

Mucho, gracias Nayeonnie.

Nayeon miraba aquellos ojos brillantes, su rostro tan bonito con las mejillas abultadas, la manera en la que sonreía y sus pestañas danzaban al parpadear.

Entonces por fin entendió que era todo lo que necesitaba.

Tenía que decírselo, Jeongyeon tenía que saber que la razón de sus sonrisas era solamente ella, y que viviría muchos años más solo si estaba dispuesta a acompañarla de por vida.

Jeongyeon.

¿Sí?

Reía vacilante mientras apretaba sus manos detrás de su espalda.

Nos conocemos desde hace cuatro años, en el mismo teatro, tras las mismas cortinas. Probablemente ya sepas que eres lo único que tengo en la vida, y que enserio, te amo.
Pero sé que tú no lo entiendes muy bien. Jeongyeon tú eres mucho más que una compañera para mí. Se acercó lentamente a ella. — Me gustas desde hace tres años Jeongyeon. Estoy enamorada de ti.

El sonrojo que apareció en el rostro de Jeong al oír esas palabras desapreció cuando ésta salió corriendo del lugar.

...

AHHHHH UY COQUETOS YA MERO SE ACABAAAA.
Sigan viendo. 👀

SKTILH | 2yeonWhere stories live. Discover now