Ella sabe que fui honesta, pero...

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Cuando salió completamente del aeropuerto y se alejó de la zona, que estaba repleta de gente, se sintió en paz como para llorar hasta que esa madrugada se convirtiera en mañana, esa mañana en tarde y por fin volver a la noche.

Se sentía diminuta, como una niña pequeña, pero podía jurar que cuando era niña era mucho más fuerte.
No quería ver a nadie, pero tampoco deseaba estar sola perdida en sus confusos pensamientos, estaba en un laberinto, al parecer sin salida.

Y de pronto, volvió al pasado, una Jeongyeon pequeñita, que lloraba por cualquier cosa y no necesitaba explicarlo. Tenía 5 años y su hermana 12, estaba en el parque hecha bolita, como en ese momento, las lágrimas le mojaban las rodillas lastimadas, se había resbalado con una piedra y sus pequeñas piernas estaban raspadas.
Pero Seungyeon se quedó ahí hasta que terminara de desahogarse, había perdido la tarde de juegos con sus compañeritos, pero jamás se perdería el momento más importante en la vida de su hermana. Descubrir el porque de sus sentimientos.

Y que, regresando al presente, le había servido y perjudicado mucho.
Se detuvo un momento, pensando en como eso le había ayudado en su desarrollo, había sido una niña grande, sí... pero ahora era una adulta pequeña.

Quería verse en el espejo y que su reflejo fuese ella tan solo unos años atrás, hablar, preguntarse cosas simples, aunque sea un "¿Cómo has estado? ¿Cómo te encuentras ahora?"

Porque, cuando era niña, eran personas diferentes, antes no necesitaba creer en un príncipe azul o un superhéroe que la salvase de la tristeza, antes... en estos momentos, creía necesitar a un caballero enmascarado que la ayudara.

Sueños convertidos en pesadillas.

Su mirada fija a un charco de agua, que perfectamente pudo haber sido creado por las gotas de agua que descendían de sus ojos.

Estaba alucinado, pero estaba segura que en el reflejo de ese charco se encontraban ella y Nayeon, el día que se volvieron amigas, el día que hablaron sobre sus sueños.

Todo era honesto y sin rodeos, solo ellas y una lata de refresco.

Recordando cuando eran más jóvenes e indefensas.

Cuando sus juegos se basaban en añadirse años y verse como adultas. Pero ahora estaban atemorizadas, pues, quedaban pocos años para convertiste en unas. No todo era color de rosas.

Y la historia que inventaron era solo ellas en un futuro bien arreglado, algo que lucia como imposible ahora.
Nayeon lo tenía todo, si, pero había ganado miedo cuando tuvo que defender a su madre del histérico que su papá. Era tan chiquita pero parecía que tenía veinticinco, y su padre vio esa fortaleza como una oportunidad de ejercer, él, no ella.

Carajo... de verdad extrañaba a Nayeon. Ese corazón puro y roto que la había enamorada profundo, porque Nayeon era así, tranquila, divertida, entusiasmada, inteligente, hábil, era todo eso que Jeongyeon no.

Dos zapatos converse parados en ese charco frente a ella fue la distracción a sus lamentos, se acercaba.

— Tranquila, soy yo. La ayudó a levantarse y la envolvió en la cobija que había dejado caer cuando Nayeon la abrazó impulsivamente.

— ¿Puedes caminar bien? El auto está a solo unos minutos, puedo traerlo hasta acá-

— Puedo caminar, estoy bien.

Mientras iban hacia el carro, Seungyeon estaba pegada como sanguijuela, y tenía su mano entrelazada a la suya.

La dejó en el asiento y se subió también.

— Te ves cansada. Poniéndole más atención a sus ojeras y ojos tallados de tanto llorar.

— Estoy cansada.

— ¿Quieres que incline el asiento para que te recuestes?

Asintió.

— No podré dormir, tengo problemas para conciliar el sueño.

— ¿Crees que no lo sé? Te sacaba a jugar tenis más seguido para que te cansaras y pudieras dormir tan siquiera unas horas. Acariciaba su cabello. — ¿Quieres que te ayude a dormir como cuando eras un bebé?

— Por favor.

Colocó la melodía favorita para dormir que tenía Jeong cuando era no tan pequeña.

"Chopin Nocturne op.9 No. 20"

Podía ver a esa hermana pequeña con los ojos cerrados a la fuerza, convenciéndose de dormir, esperando con ansias los cariños de su hermana.

Acarició sus mejillas, su cabello, besó su frente y sus párpados.

Daba pequeños apretones en sus brazos, eso siempre ayudaba a que su cuerpo se relajara más.

— Ay, Jeongyeon... como viniste hasta acá tú sola...

— Me encontré a unas compañeras y-

— Shh, no hables, estoy hablando con otra Jeongyeon por telepatía, tú debes dormir.

Ambas rieron, Seungyeon enternecida por la carita de su hermana, presionó su nariz.

— Estoy feliz de que seas mi hermana.

— Yo también.

Esperó a que se durmiera y condujo hasta casa, ese hogar que ambas habían construido con todo su esfuerzo y su amor.

...

¡Hola! Casi un mes sin actualizar.
Lo lamento, los estudios son mas pesados ahora, pero trataré de terminar esta historia antes de que termine el año.
Mantente saludable ♡
Adios.

- M r . L o v e r

SKTILH | 2yeonWhere stories live. Discover now