Mi primera vez (2)

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La mañana siguiente al "incidente" de la ventana decidí que era tiempo de dar la cara. Fui al Instituto con el único propósito de hablarle. Quería contarle que había entrado en celo. Aunque sospechaba que él ya lo sabía. Quería que supiera que no aguantaba más. Quería pedirle que acabara con mi suplicio.

Aún ahora recuerdo su mirada despectiva mientras yo le hablaba. Ya estaba tristemente acostumbrado a ser tratado como un paria. Un ciudadano de segunda categoría, lo más bajo de la sociedad. Pero debo confesar que aquella mirada suya se me clavó en el corazón como un aguijón despiadado y doloroso. Y después de eso apenas pude seguir articulando palabra.

Ahora, después de días, su imagen frente a mí, me golpea el rostro como una cachetada, y resuenan en mi mente las palabras que me dijo aquella desgraciada mañana:

" ¿Por qué querría alguien como yo acostarse con alguien como tú? Eres repugnante... Bueno, todos los Omegas lo son, pero algunos aprenden a disimular su repugnancia. Tú desbordas repugnancia con cada gesto y con cada palabra que dices..."

Sentía mis ojos cargados pero traté de no llorar. No quería llorar frente a él.

" ...y hueles asqueroso...", dijo acercándose un poco a mí. "Sé que ustedes , los Omegas, no tienen agua limpia a disposición pero nada te prohibe ir al lago y darte un baño... Y ten un poco más de dignidad... Deja de creerte irresistible y de pensar que porque estás en celo, yo me voy a tentar..."

Y me dejó allí, arrinconado en el fondo de un pasillo, donde yo lo había ido a buscar. Entró a un aula cercana que estaba en desuso, donde una bella Beta lo esperaba con una sonrisa cargada de lujuria.

Tardé un par de minutos en lograr que mis piernas me respondieran. Quería irme de allí. Quería desaparecer del mundo. Sabía que el primer celo siempre era el más difícil. Pero aquello no sólo me resultaba difícil, me resultaba muy cruel.

Cuando por fin pude avanzar, vi por el rabillo del ojo que la puerta del aula estaba abierta. E hice lo que no debí hacer: mirar...

Y allí lo vi, en un rincón, en penumbras. Steffan estaba sentado sobre una pequeña mesa destartalada, con los pantalones bajos y las piernas abiertas. Sujetaba con una mano la cabeza rizada de la Beta,  hundiéndola en su entrepierna...
Entre gemidos de placer me miró y me sonrió con desdén.

Aquella fue mi primera vez... No que me sintiera humillado sino que sintiera celos.
Steffan me acababa de humillar por completo; pero en lo único en lo que pude pensar en aquellos segundos era en lo mucho que odiaba a esa joven Beta. Hubiese dado cualquier cosa, en aquel momento, por estar en su lugar, y que fueran por causa de mi boca aquellos gemidos de placer...

STEFFAN #PGP2024Where stories live. Discover now