Mi primera vez (3)

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Una repentina lluvia fría me trajo de aquellos dolorosos recuerdos. Corrí hacia la puerta de la pensión, aunque ya estaba prácticamente empapado. Me temblaban las manos, de frío, de nervios... No lograba colocar la llave correctamente.

De repente, como si fuera una leve corriente eléctrica, sentí sus dedos rozando los míos. Y al ver qué tan cerca estaba de mí, me alejé sobresaltado.

Steffan me miró por un segundo, en silencio. Creí que iba a decir algo, pero no lo hizo. Con mucha paciencia abrió la puerta. La llave era muy vieja y casi siempre se trababa. Y la puerta quedaba como sellada, muchas de esas veces, conmigo dentro...
Me invitó con un movimiento de su mano a entrar. Pero yo no me moví.

—¿Por qué estás aquí?— apenas susurré.

—Quería hablar contigo...

Mil emociones distintas se arremolinaron en mi pecho. Pero aquella mirada suya, de repugnancia, que acababa de recordar aún estaba fresca en mi cabeza, y en mi piel, y no me fue difícil usar mi autocontrol.

—Te escucho...—la voz me salió débil y temblorosa. Pero Steffan aún así me oyó.

Dudó un momento, volvió sus ojos oscuros hacia el cielo encapotado y finalmente fijó sus ojos en mí otra vez...

—Está lloviendo...— dijo.

Aquello me desconcertó pero no me dejé intimidar.

—Sí, me di cuenta.— esta vez mi voz se oyó un poco mejor—¿Algo más...?

—¿Puedo entrar...?

Lo miré sin saber qué responder. En otras circunstancias aquella pregunta suya tenía una sola e inevitable respuesta. Pero ahora que sus palabras de asco aún estaban clavadas en mi corazón, y la influencia de la Luna no me desequilibraba tanto, fui capaz de decir que no.
Me miró extrañado.

—Hace una semana me rogaste para que calmara tu celo...

—Ya no hay Luna Llena...— respondí con urgencia.

—Pero sigues en celo...

—Ya no te necesito. ¿Por qué estás aquí?

Steffan volvió a mirarme extrañado.

— ¡¿Qué significa que ya no me necesitas...?!

Parecía hasta indignado. Y aquello me volvió un poco atrevido.

—Ya tengo un Alpha...

Primero, me miró con burla pero al ver que yo le sostenía la mirada frunció el ceño, y hasta puedo jurar que por un segundo, aquellos labios gruesos y carnosos temblaron...

—¿Por qué estás aquí?

—Mi moto se averió...
Recién allí vi su Ducati parqueada cerca de él.

—No sé nada de motos. ¿Por qué estás aquí?— volví a preguntar.

No me creí esa excusa de la moto.

—Porque no me gusta que me ignoren...

—No te puede resultar difícil ser ignorado por un asqueroso Omega como yo...—aquellas palabras me salieron sin permiso, atropelladamente.

Sentí, a pesar de la lluvia, que eran mis propias lágrimas las que mojaban mi rostro. Y en un arrebato, lo empujé, entré y cerré la puerta de una patada.
Steffan comenzó a golpear la puerta con sus nudillos. Me pedía que lo dejara entrar...

"...está lloviendo muy fuerte..."

"...esta ropa es muy cara y se me va a arruinar si se moja demasiado..."

"...ábreme..., no te cuesta nada..."

Hice oídos sordos a todo lo que me decía. Me quité la remera empapada y la puse a secar al moribundo fuego de la salamandra. Y así, semi desnudo, y tiritando de frío y de indignación me dejé caer sobre el viejo y apestoso colchón en el suelo. Y comencé a desenvolver la comida rancia que llevaba en el bolsillo de mi pantalón.

Por nada del mundo iba a permitir que Steffan me humillara otra vez. Por nada del mundo permitiría que su sucia boca o sus sucias manos, prejuiciosas y crueles se posaran en mí.

No me importaba tener que atravesar mi celo solo. Iba a ser doloroso, difícil pero lo prefería, antes de tener que entregarme a un ser tan ruin como él.

Pero entonces...sucedió lo que jamás imaginé que sucedería...
Su voz, extraña e inusualmente tierna, dulce, me llamó por mi nombre desde el otro lado de la puerta cerrada.

Ningún Alpha, nunca, llama a un Omega por su nombre de pila. No les importa saber nuestros nombres. Omega es nuestro nombre genérico, más que un nombre es un estigma.

Por un segundo creí que me lo había imaginado. Miré hacia la puerta espectante y entonces lo escuché otra vez:

—Bennet...,ábreme, por favor...

Aquella fue la primera vez que un Alpha me llamaba por mi nombre y también fue la primera vez que escuché a un Alpha decir "por favor..."

Supe entonces, mientras le abría la puerta, que mi corazón estaba total e irrevocablemente enamorado de él...

STEFFAN #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora