Steffan (V)

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Teclee con desesperación un mensaje rápido. Y bajé deslizándome por la tierra reseca hasta llegar a los pies de la fogata.

Los ojos desorbitados de mi Omega se clavaron en mí. Y por unos segundos pareció petrificado. Luego, recordando su desnudez, manoteó una remera y se la puso. Y luego unos pantalones. Olfatee el aire en dirección a los Alphas y los sentí más cerca.

—¡Tenemos que irnos!— le ordené.

Le di una patada a la tierra alrededor de la fogata y la ahogué. Él amagó con juntar la ropa que estaba desperdigada alrededor. Pero no lo dejé.

—¡Mi ropa!— exclamó.

Pero no le hice caso y lo obligué a correr. Recién lo solté cuando vi la moto.

Estuvo callado todo el camino y cuando llegamos a la pensión parecía nervioso y apenas me miró.

—Necesito...quedarme contigo...esta noche...— mis palabras sonaban a ruego.

No podía quitarme a aquellos Alphas de la cabeza. Tenía miedo de dejarlo solo. Tenía miedo de irme, y de volver al día siguiente y encontrarlo lastimado. Pero entonces recordé el mensaje que había enviado. Seguro ya se estaban encargando de ellos.
Preferí no decirle nada. No quería asustarlo. Sería mejor que no supiera cuán cerca había estado aquella noche del peligro.

Había pensado, durante el camino, en llevarlo a mi condominio. Pero lo conocía bien. Estaba seguro de que no hubiera aceptado.

Ahora, parado frente a su puerta, sabía que no soportaría pasar la noche lejos de él. Me miró nervioso. Abrió la puerta, respiró profundo y volvió a mirarme.

—Prometo que no haré nada que tú no quieras...

Me dolió tener que hacerle aquella promesa. Hubiera dado cualquier cosa por entrar, desnudarlo y hacerlo gemir de placer la noche entera. Pero la promesa estaba hecha. Y me bastaba por ahora con que me dejara entrar. Me miraba indeciso. Y llegué a pensar que sería capaz de dormir allí mismo, en su vereda, con mi mano en su puerta si no me dejaba estar junto a él.

Finalmente, asintió con una sutil sonrisa. Y me di cuenta que mi Omega tenía la sonrisa más hermosa que yo había visto en mi vida.

¡Cuán difícil me iba a resultar cumplir mi promesa!
¡Tenía tantas ganas de besarlo!
Me reí de mí mismo. Yo nunca perdía tiempo en besar. Sólo besaba si era necesario. Me parecían cursilerías.
Y ahí estaba yo, siendo capaz de dar lo que fuera por un suave beso de mi Omega.

Apenas entramos, él me hizo una pregunta mientras miraba indeciso su colchón. Pero yo no lo escuché. Una videollamada entrante se llevó toda mi atención. Le hice una seña y volví a la vereda. No quería que Bennet escuchara.

—¿¡Los tienen...!?— pregunté urgido.

—A todos...menos a uno. Se nos escapó. Llevaban a dos jóvenes Omegas con ellos. Ya están a salvo.

Gruñí enojado.

—No te preocupes. Tenemos su rastro y su olor. Y los otros nos dieron su nombre. Está cruzando los límites del pueblo ahora mismo. Te enviaré nuestra ubicación...

—¿Cómo lo saben?

—Porque sabemos en qué se mueve...Tiene tu Kawasaki. Lo vieron tomarla...

La confusión no me dejaba hablar.

—Es Savage, el hijo menor de nuestro progenitor con su nueva Omega...

Antes de que pudiera responder, percibí el olor de Bennet aproximándose a mí. Asentí a la pantalla.

—Ven pronto... Aquí te espero...

La llamada se cortó y vi los ojos de Bennet sobre mí. Parecía preocupado. Hasta podía oler algo de miedo en él. Pensé en explicarle todo pero no tenía tiempo y además intuí que aquello sólo lo haría sentirse peor. Cuando todo estuviera arreglado se lo contaría.

—Debo irme...—dije finalmente.
Asintió nervioso—Nos veremos pronto...— le aseguré.

Traté de sonreírle. Pero no me devolvió la sonrisa. Teclee unas palabras rápidas. Subí a la moto y aceleré a fondo. Ni siquiera miré atrás. Sabía que si lo veía una vez más, terminaría rendido en sus brazos. Pero pasar la noche con él, implicaba dejar suelto a un Alpha peligroso. Habían otros Bennet por ahí, solos y vulnerables. Estaba decidido. Aunque fuera de mi propia manada, no pararía hasta darle caza...

STEFFAN #PGP2024Where stories live. Discover now