Capítulo 7

470 73 5
                                    

Francesco

__ ¿Ocurre algo? - pregunta Gin en cuanto me ve llegar a la pista - Te ves más relajado, hasta diría que feliz. Pudiste dormir, supongo.

__ Algo así. - menciono indicando que suba primero, siguiendo sus pasos. - ¿Que tal tú, descansaste?

Ladea la boca al sentarse y colocar su cinturón de seguridad.

__ No me quejo. Aunque conmigo el problema no es el descanso si no los molestos mareos y las náuseas horrendas que quiero se calmen. Aún no me acostumbro a pasar más tiempo en un retrete que con mi familia. - me siento frente a ella con la misma finalidad. - Admito que no la estoy pasando nada bien y pienso que no siento lo que debería con este embarazo.

__ ¿Que se supone que debe sentir una embarazada? - consulto siguiendo sus manos que toca con disimulo su vientre poco prominente.

__ Dicen que debo sentir emoción. Amar cada día a mi bebé y pensar en posibles nombres, tener la ilusión de ir por cosas para su nacimiento. No sé. Algo más que no sea el terror de pensar en que lo voy a hacer mal. - mira por la ventanilla cuando emprendemos el vuelo. - Francesco ¿Tu quieres tener un hijo? ¿O al menos lo pensaste como una posibilidad con alguien a quien quisiste?

Su pregunta no me llega de sorpresa. Antes pasó cuando Lorand la replanteó, en cierta medida lo creí conveniente como también necesario. Claramente no fue por las razones más correctas que decidí hacerlo.

__ No por deseo, no obstante sabía que era mi deber. Dar un heredero a la sangre. - contesto. Sella sus labios en desacuerdo con mi respuesta. - ¿Que quieres escuchar? ¿Quieres torturarte porque lo que llevas creciendo en las entrañas no tiene otra finalidad para tí o para mí?

Soy directo.

__ No es eso. Me siento mal porque estoy haciendo justo lo que hicieron conmigo. Ser concebida para seguir con un poder que de ser niña no tendrá, tal como yo. - murmura mirandome directamente. - Quiero no sentirme tan mierda, sabiendo hasta donde he caído por obtener algo que quizá jamás sea mío. Porqué tú naciste con una medalla de ganador en la frente solo por ser hombre, yo me la tengo que ganar y posiblemente si es una niña lo que tengo aquí, vivirá exactamente lo mismo.

Baja sus hombros al soltar una exhalación pesada. Frustrada.

__ ¿Que crees que pasará si al nacer vean que es una niña y no el heredero que tanto esperan? - inquiere abriendo su chaqueta. - Tengo otro hijo, así como nació mi hermano. Pero ¿ella qué? La harán a un lado toda la vida hasta que le echen el ojo a un apellido y deba casarse para servir como conector. - la prenda es lanzada sobre la mesa, desabrocha el cinturón y se levanta. - Quiero que me hagas una promesa, Francesco. Una que vas a cumplir pase lo que pase.

No me gusta verla cuando sale a relucir su impotencia por la vida. No porque lo considere correcto sino porque me da más motivos para querer desaparecer a unos cuantos.

__ ¿Cual promesa? - sostengo mi barbilla con la mano. - ¿Que no dejaré que la menosprecien o que la vuelva inmune a eso? Porque hay una diferencia muy marcada ahí. - afirmo. - Tu padre te preparó para ser la mujer de alguien toda tu vida. Pero eso ya lo tenías claro desde pequeña. - me incorporo señalando su abdomen. - Yo la haré ver que nadie tiene porqué frenarla. Que si será la esposa de un sujeto lo haga ver qué sin ella es nada. El menosprecio lo responderá poniendo de rodillas. Su respeto será ansiado y su presencia temida.

A miles de pies de altura dejo claro lo que pasará.

__ Yo no hago promesas, Ginebra. Te garantizo que así será las cosas. ¿Eso te basta?

Su rostro apacible regresa. Los ojos le brillan y un amago de sonrisa aparece. Es una mujer hermosa con más desdichas que gozos.

__ Eso me basta. - confirma sentándose a mi lado.

Impact (Libro 4 Dinastía Indestructible) Where stories live. Discover now