Capítulo 15

460 79 32
                                    

William

No pienso en nada más que no sea en llevarlo arriba, coloco la clave que logra decir para entrar y asegurar tal como Francesco lo sugiere.

Con solo eso en la cabeza lo subo al elevador donde no le suelto, ayudándolo a caminar hasta entrar a su apartamento, lo pongo sobre un mueble que lo hace quejarse y maldecir al mismo tiempo.

Hay mucha sangre, demasiada. La palidez de su rostro sé que es debido al dolor.

Se quita el saco, casi rompe la camisa para dejar a la vista el orificio que resalta en su abdomen, atravesando desde su espalda. Palpa con los dedos hasta que los aprieta en algo que no logro ver.

__ Esta no salió. - dice y no comprendo hasta que logra sentarse mostrando que son dos heridas de balas las que tiene.

Intenta meter los dedos de nuevo, pero el dolor lo hace desistir.

__ Hay que llevarte al médico o a donde puedan curarte. -lo intento convencer, pero mueve la cabeza, renuente a que sea así.

__ Trae la caja que tengo en la cómoda de mi dormitorio. - pide con esfuerzo y hago lo que pide sin tener una idea de qué hacer. No tengo conocimiento sobre medicina y entiendo que en este momento sería algo muy útil.

Llamarle a Alana sería una buena opción, pero no creo que a Francesco le parezca buena idea, por lo cual opto por no hacerlo.

Aparto la mirada cuando introduce una pinza, grita pero no se detiene. La sangre brota, me pide ayudarle en sostener la pinza cuando una segunda entra en contacto con su carne, suspira, contiene la respiración y deja caer la cabeza al tiempo que la bala que tenía incrustada la lanza sobre la alfombra.

La mano le tiembla por lo que soy quién le presiona la herida, esperando que no se desangre ya que no pienso ver algo como eso. No con él, no sin hacer algo aunque vaya en contra de sus deseos.

Vierto alcohol para desinfectar, limpio y dejo seco, para luego esperar que los apósitos ayuden a ejercer un poco de presión cuando retiro la mano.

No quiero ver mis palmas manchadas, así que voy al baño a lavarlas, al verme al espejo noto que tengo una más grande ahí. Lo que me hace evocar lo que pasó.

Nunca creí que alguien estaría aquí para matarme, ni siquiera sé si aún sigue abajo, como tampoco comprendo un porqué. No es el camaleón, eso lo tengo claro. Pero ¿quien más tendría interés en matarme?

Respiro hondo saliendo a verlo, pero ya no está en la sala. Lo encuentro en su dormitorio. Está colocando un vendaje alrededor de su abdomen el cual tensa para que no se zafe, se pone una camisa y se mete tres pastillas en la boca.

Medio me mira. Parece furioso por alguna razón. Con los ojos fríos, hielo puro en estos lanzados directo a mí.

Pienso en preguntar qué le ocurre, pero solo se acuesta en la cama, cubre su cara con un brazo y no vuelve a moverse.

Necesito irme, pero algo me detiene y detesto pensar que es porque algo dentro...

Exhalo, vuelvo a la sala. Me siento en ese sitio y me muevo de un lugar a otro.

Aquí también hay problemas. Debo llevarme a Giulio de Italia. Instalarnos en otro lugar, empezar de cero, una vez más.

Su madre ya no responde. Intenté en más de cinco ocasiones comunicarme con ella, pero no contestó jamás y es algo que también me enoja no poder darle a mi hijo.

No sé como vaya a justificarlo. Necesita respuestas que no puedo darle, necesita de su madre y no tengo cómo hacer que ella se acerque al menos una vez a él.

Impact (Libro 4 Dinastía Indestructible) Место, где живут истории. Откройте их для себя