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Lunes 28 de noviembre, 2022

Nos encontramos rumbo a una fiesta en celebración de que habíamos ganado contra México 2-0, con un gol de Enzo y uno de Leo, quedando en el primer puesto del grupo C.

Por lo que me habían contado íbamos a ir a una especie de pool party ya que los últimos días habían estado con un clima espectacular para la ocasión.

Estábamos yendo a la fiesta en el auto de el Kun junto a Oriana, Paulo y Julián. Candela iba a venir con nosotros pero decidió irse en el auto de Lisandro, el amigo de Paulo, ya que habían "pegado onda" según ellos y querian conocerse más.

La fiesta quedaba un tanto alejada del estadio por lo que el viaje hasta allá se volvió bastante lento. Para matar el aburrimiento con Julián, que estaba sentado al lado mío nos pusimos a jugar a juegos que tenía descargados en su celular.

—Dale, déjame ganar una sola vez, no seas maldito Julián— Le dije cuando me gana por décima octava vez, algo que detestaba era perder y más si era un jueguito sin sentido.

—Pero si no estoy haciendo nada y te gano igual— dice provocándome más.

—¿Sabes que? mejor no juego más, me cansé de jugar con mentirosos— hablé indignada.

—Faltan 22 minutos para llegar así que traten de no desconocerse ahora porque se tienen que aguantar por un rato largo— dice Sergio metiéndose en la conversación.

El resto del camino nos la pasamos hablando de como habian jugado los chicos y felicitándolos por lo que han logrado hasta ahora.

Cuando llegamos logré ver un auto blanco en el que se encontraba Candela junto a Lisandro que al vernos se bajaron del auto para entrar a la casa con nosotros, todos juntos.

Al entrar había un entorno muy festivo y alocado, todos allí estaban bailando, algunos dentro de la piscina y otros fuera, todos se estaban divirtiendo.

Con Candela nos separamos del grupo y nos dirigimos hacía el interior de la casa, la cocina para ser exactos, dejamos algunas bebidas que habíamos traído junto a los demás chicos sobre la encimera y saludamos a un par de personas que estaban rondando por la casa.

—Me chapé a el rubio— me dice mientras estábamos saliendo al patio de la casa.

—¿Qué?— pregunto confundida al haber escuchado la mitad de lo que dijo por la música que había en el ambiente.

—Me lo comí, a Lisandro— repite nuevamente la oración— Es hermoso boluda, encima re intenso, tal cual cómo me gusta a mi—.

—¿Pero vos no estabas con Marcos?¿O solo se veían de vez en cuando?— le pregunto confundida.

—Ya fue ese, re virgen era— dice con mala cara— Aparte, ¿lo viste a Lisandro? tiene pinta de que me hace mierda en la cama, salgo invalida— habla está vez mordiéndose el labio.

—No bueno es un montón, anda a decírselo en la cara a ver si te da— le digo.

—Sabes que si, se lo voy a decir, te dejo para que soluciones el problema que viene caminando por ahí— dice rápidamente mientras que con su dedo señalaba hacia donde se dirigía mi espalda.

Cuando me di vuelta para ver cuál era el supuesto "problema" lo ví a él dirigiéndose hacia donde yo me encontré, tenía la mirada fija en mi y no parecía estar muy alegre, se veía más bien abrumado.

Gire sobre mi eje dándole la espalda, huyendo de él, de Enzo y comencé a caminar sin dirección alguna, al caminar sentía su presencia detrás mío, persiguiendome. Mientras trataba de alejarme en mi cabeza se proyectaban las palabras que me había dicho esa noche "Mi imagen se podría haber ido a la mierda por tu culpa" "Si hubiera estado sobrio no lo habría hecho".

Esas palabras me hirieron, todo un escándalo por un simple beso ¿Merecía la pena? tratarme mal, hacerme sentir una mala persona y decir cosas sin sentido solo porque una persona tomó una foto en un momento íntimo y la subió a las redes ¿Tener vida amorosa arruinaría tu carrera? La verdad yo creo que no y menos si la carrera es jugar a pasarse una pelota.

Estaba concentrada en el rencor que tenía con el pibe que no me di cuenta que había llegado a una parte de el patio de la casa que no tenía salida, era un especie de pasillo en el que no había nadie, apenas se sentía la ruidosa música y la luz era tenue.

Y me quedé estática, no sabía que hacer, la verdad es que no quería enfrentar el problema ya que el enojo se había apoderado completamente de mi.

— ¿Te pensas que te vas a poder escapar de mi? ¿No queres hablar conmigo?— pregunta con una tonalidad que nunca había escuchado de su parte.

—No, la verdad es que no tengo la mínima gana de hablar con vos— le digo dándome vuelta para mirarlo a la cara— Permiso, voy a pasar— hablé cuando trate de salir del pasillo para irme pero él me lo impidió.

—Yo si tengo ganas de hablar con vos, quédate, por favor— me dice casi suplicándome, se veía arrepentido, se sentía raro que me tratara así.

Me zafo con cuidado del agarre que hizo involuntariamente—Habla entonces— dije cruzandome de brazos esperando a que las palabras salgan de su boca.

— Perdón— habla sin poder mirarme a los ojos— Fui un boludo los otros días—.

—Si, me di cuenta— dije esperando a que siga hablando.

—No suelo hacer esto, no se cómo disculparme por una cagada que me mande por ser tan pelotudo, solo te quiero decir que cuando estuve con vos me sentí vivo, es como que vos me brindas alegría. Y después de decirte todas esas cosas mi alegría desapareció por completo, lo único que me podía animar era estar con los chicos, no sé Emilia te conozco hace tan poco y siento que  has estado conmigo toda la vida.

—Esta bien, acepto tus disculpas y tu discurso cursi— le dije sonriendo— Vení dame un abrazo tonto— la verdad que nunca pensé que Enzo daría unas disculpas tan sinceras, lo ví muy inmaduro como para hacerlo.

Pasó sus brazos sobre mi cintura dandome un abrazo que sentí lleno de emociones, le correspondí el abrazo y así nos quedamos por unos minutos, sin ninguna interrupción.

Después de bastante tiempo nos separamos pero no del todo, sus manos pasaron de estar en mi cintura a estar en mi cuello y se acercó lentamente hacia mi rostro.

—¿Puedo?— dice lo suficientemente cerca como para decirle que no, todas sus facciones me hipnotizaban.

Asentí con la cabeza mientras sonreía y esperaba que acercarse su rostro al mío.

Y así fue, se acercó juntando nuestros labios en un beso que, a diferencia de la vez pasada, este beso no fue apasionado. Fue un beso tierno lleno de una pasión que no había sentido jamás, parecía algo mágico porque no se sentía lujuria entre nosotros, se sentía amor.

—No vaya a ser que se arruine tu carrera por un segundo beso— digo en forma graciosa separando el beso.

— Ya aprendí que mi vida romántica no va a dañar mi trabajo, no te preocupes linda— habló acariciando mi mejilla mientras sonreía junto a mi—¿Vamos?— preguntó a lo que asentí y nos fuimos con los demás que estaban como locos bailando y haciendo boludeces.

Me sentía feliz, sin ningún peso encima.

El resto de la noche la pasamos divirtiéndonos todos, se había creado un ambiente de compañerismo muy lindo con todo el grupo.

Enchanted | Enzo Fernández Where stories live. Discover now