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Una figura amorfa se escondía en las sombras. Megumi sabía que no la veía de ver como peligrosa, ese instinto en su pecho que al verle le decía que era inofensivo, que estaba allí para él. Ya que conocía de la existencia de su propia energía maldita, sabía a dónde pertenecía. A la hechicería. Más no sabía que era con exactitud.

Cada día que pasaba se hacía más fuerte esa presencia, notando que seguía consigo sea durante el día o la noche. Esa mañana, viendo a la pared, casi hipnotizado por la figura siguiendo los pasos como si una voz en su mente se los dictará.

— ¿Megumi? — Su hermana lo notó, acercándose a él.

— Técnica de sombras. Los 10 tipos. — Seguidamente. 2 perros muy pequeños salieron hacía él, ladrando y jugando con ellos 2. No eran peligrosos en ese momento. Pues más que nada, Megumi aún no estaba calificado para pelear.

Los ojos de Megumi parecían iluminarse, no era secreto que amaba a los animales.

— Que lindos. — Sukimi los acarició dulcemente. Las risas de ambos hicieron notar a los adultos que se acercaron, reaccionando pasmados con lo que veían.

El trato estaba hecho, la última cláusula se cumplió y la compra estaba ya cancelada.

— Vaya Toji. ¿Eres majestuoso o afortunado? Hace años no existe alguien con los poderes de Megumi. Y tú un inútil sin energía maldita ayudó a darlo a Luz. ¿Qué tienen esas bolas tuyas para lograr este suceso? — Cerca de él se burló al ver los Shinigamis que tenía Megumi, acercándose a él para explicarle todo. — ¡Felicidades Megumi chan! Tu técnica maldita es única, herencia del clan Zennit que pocos han logrado poseer. Después de la escuela, Toji te dará tu primer entrenamiento ¿Vale? — Megumi asintió. Desvaneciendo a ambas criaturas bajo las indicaciones de Gojo.

Luego de eso, parecía que volvieron a su rutina normal. Cómo cada mañana él y su hermana despertaban tranquilamente. Siendo recibidos por los 2 adultos que les habían adoptado. Toji como nada nuevo apenas les dirigía mayores palabras, solo un saludo común y corriente a no ser que ellos inicien la conversación, mientras Gojo era todo lo contrario, era más expresivo y más involucrado con los 2. Les preguntaba siempre cómo les fue y cómo les podían ayudar.

Una rutina que le fue fácil de adaptar esperando su momento de crecer y cumplir su promesa. Conocer lo que llevaba en la sangre, aunque para ese punto de su vida faltaba tiempo no le importaba tampoco. Dejando eso, Megumi tardó en recordar algo que le habían solicitado y al ver a los hombres, fue hacia Toji.

— Señor Toji, necesito pedirle un favor. — En la escuela siempre lo notaban como ese niño raro con problemas de comunicación, que ignoraba y era ignorado. Sus maestros le habían pedido hablar con sus padres por este tema, se preguntaban si necesitaba un psicólogo un niño tan inexpresivo, viendo el tipo de persona que era Gojo, Megumi confiada más en Toji para que el tomara más en ese papel. Gojo llamaría mucho la atención de mala manera.

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Megumi esperó a la tarde cómo se le había indicado. Residiendo está vez, un mayor nivel de indicaciones de parte de Toji, ahora conociendo más el límite de sus habilidades, o más bien, el límite al que sería capaz de llegar. Toji tenía una mezcla de confusión y orgullo viendo de lo que su hijo era capaz.

— Veo que tú talento es innato. — Satoru mencionó, interrumpiendo su entrenamiento. Había regresado del clan Zennit, informando de la habilidad de Megumi, sobreviviendo a la indignación del clan por perder de sus manos esa habilidad, y regresando como si nada. — Creo que pronto podrás asistir a la academia, mientras, Toji y yo te enseñaremos a controlar tu energía mejor. ¿Cómo pudiste hacerlo solo?

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