¿Cómo le dices a alguien que lo amas si ni siquiera puedes hablar?
-Capítulos cortos (200 a 1300 palabras)
-Este fic tiene dos niveles: "¿Dónde está mí insulina?" Y "¿Dónde está el Clorox?"
-Contiene escenas de lemon/?/sexo explícito, pero tiene adv...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Rivers hizo prometer a su hermano que iba a cuidar a Slime.
Aunque Slime nunca supo porqué, la verdad era que la mayor de los hermanos no soportaba los matones, ella misma, en sus tiempos de estudiante, era la encargada de defender a los que no lo hacían por sí mismos.
Pero ella ya había terminado el colegio, y no podía defenderlo, así que confiaba que su hermano dejaría de importarle una mierda todo si al menos iba a la escuela para cuidar de él.
Por más que una parte de Slime estaba ofendido, porque él no quería ningún guardaespaldas, una parte de él sabía que no el haría mal.
Y la idea de que Mariana lo cuidara le gustaba.
Al día siguiente Mariana se había sentado en el banco junto al suyo, mandando a la mierda a la chica que reclamó su lugar.
Slime se había ganado miradas de odio por parte de la chica y de sus amigas, pero Mariana dijo que si él no podía decirles nada él lo haría.
Eso le había causado gracia y había soltado una risa muda, no pudo evitar ruborizarse cuando vió a Mariana sonreír por aquello.
Se preguntó si lo hacía porque su risa sin ruido era muy ridícula, si él mismo era ridículo.
Esos pensamientos lo habían hecho bajar la cabeza, avergonzado, y Mariana se había dado cuenta de su cambio.
—¿Qué pasa, Slime? — preguntó con amabilidad, doblándose para mirar a Slime al rostro, que tenía agachado.
El chico negó, aunque sus manos se movieron en un gesto que Mariana no pudo entender.
Mariana suspiró un poco, no sabía nada de Slime, pero parecía que él no se había acostumbrado a no usar el lenguaje de señas.
Mariana tomó su cuaderno de notas y una lapicera, dejándolo caer sobre el banco de Slime, haciendo que el chico de iguiera con sorpresa.
— Dí lo que quieras— dijo, señalando al cuaderno.
Slime tomó la lápicera con duda, escribiendo lentamente y con vergüenza, luego le alcanzó el cuaderno a Mariana.
"¿Soy ridículo?" Preguntaba en la hoja.
Mariana frunció el ceño, mirando las palabras, luego alzando para ver a Slime, quién volvía a mirar hacia abajo, pero notó el brillo de las lágrimas.
Enojado, Mariana arrancó la hoja del cuaderno, rompiendola en muchos papelitos, haciendo que Slime lo mirara.
Juntando la hoja rota en su puño, apretando con fuerza, Mariana se inclinó hacia Slime, mirando directamente sus ojos.
— No tienes nada de ridículo, Slime.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
hagan un fanfic de ellos dos cogiendo por favor los amo Q!slimeriana
