9. Que belleza

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Con ayuda de un encantamiento Namor logró que Shuri lograra respirar bajo el agua por un período corto de tiempo, lo suficiente para poder pasar por una corriente de agua que los llevó a la ciudad de Talokan, al llegar, Kukulcán se encargo de mostrarle cada espacio, durante su guía por el lugar vio a la gente convivir, eran pacíficos además se portaron amables, una pequeña niña se había acercado dándole un regalo como muestra de su hospitalidad.
Antes de otra cosa, la llevo a conocer el sol que creo para su gente, eso terminó de asombrar a la princesa, le agradeció que fuera tan gentil con ella, que confiara de nuevo en su palabra de no traicionarlo y sobretodo que tuviera las puertas de su hogar abiertas para recibirla apesar de lo que ha pasado.

Llegaron a la cueva subterranea que estaba arriba de la entrada de Talokan, donde unas chicas se llevaron a Shuri a donde anteriormente estaba Riri y le dieron ropa más apropiada para el lugar, la alimentaron y le dieron espacio de privacidad para descansar un poco.

Mientras tanto a Kukulcán lo revisaban, estaba débil, también necesitaba alimentarse, los golpes que tenia los cubrieron con una mezcla medicinal que aliviaría el dolor, lo dejaron en un estanque de agua caliente para que pudiera descansar un rato.

Shuri que se encontraba curiosa de ese nuevo mundo camino para explorar más, dando con una casa de aspecto sencillo a la que decidió no entrar y seguir mirando para no meterse en problemas, cuando parecía no haber nada más escucho voces al fondo de un pasillo, con lentitud se fue acercando para no ser persivida.

-Mi señor, estamos felices de que regresara- dijo una chica que masajeaba los hombros de Kukulcán para ayudarlo a relajarse
-Si, estuvimos angustiadas todo el tiempo- admitió otra chica que sostenía una bandeja con comida
-Aun que estamos sorprendidas de que trajera a esa mujer con usted- admitió una tercera chica que estaba sentada alado de las joyas y prendas del dios -¿es ella la que ha elegido como esposa?-

Kukulcán tenía los ojos cerrados mientras escuchaba las voces de las mujeres, la pregunta que le habían hecho no sabía responderla, bien era cierto que se habían comprometido pero con la situación de la científica las cosas se habían retractado, seguramente Shuri no quería casarse con él por voluntad propia.

-No lo sé, es un tema complicado- su tono de voz se escuchaba relajado -Quiero que la traten como si lo fuera, cumplan sus caprichos, sigan sus órdenes y no cuestionen lo que les diga- ordenó
-Como ordene señor- dijeron las tres mujeres al unísono

La conversación fue interrumpida cuando Shuri entró con algo de timidez, Kukulcán abrió los ojos y la invito a pasar.

-No quería interrumpir, puedo volver en otra ocasión-
-No interrumpes nada, adelante toma asiento donde gustes- ofreció -No las necesito más, retírese- le pidió a las chicas
-Como ordene- repitieron

Las chicas salieron, dejándo solos a su dios y la princesa, de esa forma podrían hablar con más confianza.

-¿Quieres entrar?, el agua esta en su mejor temperatura- invito
-Claro, ¿Este es tu sitio privado?- pregunto sentándose a lado de él
-Algo así- se acomodo
-Es bastante peculiar, una laguna dentro del mar en una cueva- dijo bromeando
-Supongo que si- sonrió -¿te están atendiendo bien?-
-Si, fueron muy amables- le aseguro -Al parecer a ti también te atendían de gran forma- sarcástica
-No pienses mal, ellas solo se encargan de los detalles mínimos en mi, no es gran cosa- explico
-No yo... no quería que me mál interpretaras, no pensé eso... o bueno no cuando lo pregunte- dijo apenada
-Descuida, yo tampoco lo pensé así- le guiño el ojo en forma de complicidad
-Y dime, ¿qué hace el gran dios serpiente cuando está sobrio?- dijo haciendo referencia a la última vez que platicaron de forma tan cercana
-Bueno casi siempre estoy ocupado pero cuando se presenta la oportunidad me agrada hablar con princesas no tan sobrias- uniéndose a la broma

Shuri comenzó a reír, que Kukulcán estuviera bromeando con ella significaba que le había agarrado confianza y se sentía cómodo estando a su lado.

-¿Cómo están tus heridas?-
-Aun duelen un poco pero estaré bien- dijo tocando su costilla derecha -solo un poco de descanso me bastará-

Shuri paso su mano por encima de la costilla lastimada y su mirada entristeció de momento, las manos de Namor rodearon las suyas con delicadeza.

-¿qué te atormenta princesa?- pregunto con calidez
-No puedo creer que mi madre fuera capaz de algo como esto- no lo miro
-Las personas hacen cosas impulsivas por razones poderosas, no podemos juzgarlos hasta estar en su situación- decía tomando el mentón de Shuri para hacer que lo mirara, su voz salía como un susurro cada que se acercaba a ella.

Ahí estaba, en el fondo de él, con cada latido que su corazón daba, esa necesidad de probar los dulces labios de aquella mujer que no negaba su tacto, que parecía tan sedienta de su esencia como él se sentía de la suya.
Su mirada no podía enfocar otra cosa que no fuera ella, sus sentidos se dispararon al máximo, las famosas mariposa en el estómago revolotearon de alegría cuando por fin sus palabras se detuvieron para comenzar una danza de tímido amor correspondido plasmado en un beso.

Sus manos se sintieron torpes, es como si fuera la primera mujer a la que tocaba en su vida, su respiración era tranquila, sabía controlarse, pero sus besos eran intensos y tiernos.
Shuri lo tomó del cuello acercándose más, dando el pequeño empujón para que Kukulcán la tomara con firmeza y le mostrará lo ansioso que estaba por tener algo de ella.

Se separó de él, admiro sus ojos de color café dilatados y oscurecidos, sus labio habían comenzado a jalar aire, sus manos se mantenían estáticas en su cintura, es como si estuviera esperando un permiso, ella tenía la decisión de seguir o frenarlo en ese instante, sabía que no la obligaría a nada por que era demasiado caballeroso para eso.

-Me gustas bastante princesa- susurro -Si todo lo que paso con tu gente no hubiera sucedido, te habría desposado con gusto- quito una de sus manos
-¿No quieres desposarme ahora?- pregunto
-Si, pero ¿tú sientes lo mismo o solo deseas que te tome ahora?-
-No lo sé- suspiro
-Tenemos problemas- dijo Namora interrumpiendo

Shuri se alejo de Kukulcán de inmediato, su rostro se sentía caliente y se había sonrojado, poco rato después Namor se reunió con Namora para saber que sucedía.

-El problema aquí es que ha traído a una chica que pertenece a una nación con la que estamos en guerra- le dijo algo molesta
-No podía dejarla- le aclaro
-No quería dejarla- reclamo
-Jamas habías cuestionado mis decisiones, ¿qué sucede ahora?- cuestiono
-No confío en ella- rebelo
-Tendrás que hacerlo- Ordenó -Por que la mantendré a mi lado y luego la haré mi esposa- dijo para finalizar la conversación y dejarla sola

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