Troublemaker [Carlos Sainz Jr]

19 | Tensión en el Barcelona GP

𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫

DESPERTAR EN UNA habitación desconocida no estaba entre mis planes. Parpadeé con pesadez mientras mi vista se enfocaba en algún lado, llamándome la atención los colores rojo y amarillo de un casco.

¿Carlos?

Me senté bien en la cama a lo que me sobaba la cabeza, la cual sentía como si me palpitara de lo adolorida que estaba.

Pastillas. Necesitaba pastillas.

Revisando que mi atuendo fuera apropiado miré alrededor. Era difícil no darse cuenta que era la habitación de Sainz. Si las paredes hablaran dirían "Cuarto de Carlos Sainz". Lo raro para mí es que no estuviera su dueño...

¡Pastillas! Cierto.

Me forcé a levantarme de la cama con mi creciente dolor de cabeza. Bajé las escaleras con cautela esperando encontrarme a la familia de Carlos, ¿pero para mí sorpresa? Nada. No había nadie.

Me asomé por la ventana y no había ningún carro a la vista. Huh... bueno, debía considerar que estamos entre semana y seguro tienen que trabajar.

Caminando a la cocina me tropecé con la esquina del mueble con un quejido. Mi vista bajando hacia la figura arropada hasta el cuello mientras me sobaba la cadera. Sainz...

¿Cómo carajos había terminado aquí? Se supone que debía estar en el hotel con Lele.

Debatiéndome un poco conmigo misma por último llegué a la conclusión de llamarla, buscando mi teléfono en mi bolsillo encontré
que tenía no una, sino varias llamadas perdidas de mi hermana. Una mueca se apoderó de mi rostro. Esto no estaría bonito.

Suspiré y presioné el botón de llamar mientras daba vueltas ansiosamente alrededor de la cocina. Tenía esa costumbre de caminar por media habitación o casa cuando debía atender una llamada.

El tono repicó una, dos veces cuando...

—¡A buena hora vienes a llamar! —bufó Lele—. ¡No supe dónde estuviste toda la noche!

—Lo sé, lo siento, Lando y Danny me retaron a un juego de shots y...

—No pudiste decir que no —dijo en tono monótono, como quien ya se lo esperaba—. Tú y esa adicción a apostar te terminarán matando algún día.

—No soy adicta —rodé los ojos cambiando de mano en la que sostenía mi teléfono—. Solo es entretenido.

—Ajá. Competitiva, y adicta a las apuestas. Mejor combo no podía pedir en mi representada —sarcasmo.

—Me estoy arrepintiendo de llamarte, ¿sabes?

—Ni se te ocurra colgarme —advirtió—. Ya Danny me contó que te dejó en casa de Carlos, y cuando casi lo ahorco me cuestionó y tuve que pretender que no querías que tu novio te distrajera antes de la carrera y por eso estabas durmiendo conmigo.