25 | Cambio de temperaturas

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[Leer nota al final, importante]

𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫

CARLOS PARECÍA UN HOMBRE EN UNA MISIÓN

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CARLOS PARECÍA UN HOMBRE EN UNA MISIÓN.

Apenas salimos de aquel pasillo me sentía como una adolescente ilusionada porque por fin iba a suceder algo con su crush. Más o menos así.

Oportunidades habíamos tenido, no mentiré.

Solo que o éramos interrumpidos, o alguno de los dos se acobardaba, asustados de lo que nos esperaría si cruzábamos aquella línea invisible.

Era claro que si la noche iba por donde pensábamos, esto marcaría un antes y después en nuestra relación. Y no sabía si sería bueno, pero no podía resistir más.

Había tan solo un límite que una mujer podía tolerar. Y luego de meses de tensión, coqueteos y besos que me embriagaban la cabeza, yo había alcanzado el mío.

En esos momentos no me importaba nada. Nada que no lo involucrara a él.

Con su mano en mi espalda baja, me guió por las mesas hasta llegar a la nuestra, sentí su aliento en mi oreja mientras se inclinaba y su perfume de Chanel azotó mis fosas nasales, supe en ese momento que haría lo que sea que me pidiera.

Y si conocía siquiera un poco al español, tenía el presentimiento de que lo que me fuera a decir estaría relacionado con algún plan que había formulado para salir de aquí.

—Finge que te sientes mal —susurró en mi oído. Su cercanía y el calor que me transmitía ya me tenían dando vueltas de anticipación por dentro.

Le lancé una mirada de reojo, pero ya estábamos cerca de la mesa, por lo que empecé mi teatro apoyándome en él y me abaniqué la cara. Creerían que el español era tan caliente que me tenía que refrescar o que estaba hirviendo de fiebre. No sabía qué más hacer, y ya me estaban viendo así que no me pude retractar.

Tocaba seguir con la mentira que ya había creado.

Los padres de Carlos habían vuelto y la primera en levantarse al verme así fue Reyes.

—Querida, ¿qué pasó? —se acercó preocupada a tocarme las mejillas para comprobar mi temperatura —. ¿Te sientes mal? ¿Debemos ir al hospital? Dios, estás hirviendo.

Ese comentario solo hizo que se encendieran más mis mejillas. Yo sabía porqué tenía la cara sonrojada, y se debía al español que me sostenía con una sonrisa engreída.

—¿En serio?

—Sí, tienes fiebre —asintió ella convencida y se alejó —. ¿Qué más sientes?

—Solo tengo algo de migraña y mareo, creo que pudo haber sido el día de playa. Ya se me pasará —me esforcé en poner mi mejor cara de enferma.

—No, no, olvídalo. Lo mejor será que vayas a descansar a la casa. Carlitos, llévate el carro y pasa por alguna farmacia. Tu papá no se va a querer ir, así que ya nosotros veremos con quienes nos regresamos.

Troublemaker [Carlos Sainz Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora