24 | Los fantasmas de Carlos

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𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫

SUBÍ A DESAYUNAR EN EL COMEDOR DEL YATE CON ALGO DE PEREZA

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SUBÍ A DESAYUNAR EN EL COMEDOR DEL YATE CON ALGO DE PEREZA.

No sabía qué comían todos los Sainz que desde temprano ya parecían estar todos despiertos. Cuidado y no corrieron una maratón, le dieron la vuelta al mundo y ganaron un récord Guinness en lo que despertaba. Carlos no era la excepción, igual de madrugador que los demás. Parecía estar en su hábitat natural, bien contento de pasarse cotorreando a tales horas y ponerse a bromear con su familia.

Ojalá pudiera decir lo mismo, pero yo era más un ave nocturna y estaba detestando un poco el tener a tantas personas de buen humor tan de mañana.

Lo irónico es que yo me había levantado antes, pero esperaba poder volver a dormir cuando vino Blanca a tocar la puerta y avisarnos que pronto iríamos a la casa que alquilaron.

Menos mal, porque creo que la siguiente imagen que tendrá la familia Sainz además de "Adora, la ahogada", sería "Adora, la que vomita". Y no, gracias.

Suficiente humillación para un solo viaje.

Supongo que no estaba capacitada para dormir en un jodido yate anoche, pero si ellos querían eso pues no creía que tenía mucha voz ni opinión.

—¿Lista para una cama en tierra firme? —me molestó Ana en cuanto me senté a su lado en la mesa.

—No sabes cuanto —repliqué con ironía sirviéndome un plato de comida. Tal vez comer me pusiera de buen humor, pero no iba a repetir de nuevo el dormir en uno de esos. A mí que me dieran hasta un colchón de madera, pero que no sea en medio del maldito océano.

—Carlitos te había guardado un plato —Blanca tomó de su taza de café mirando de reojo mi plato, algo divertida con la situación.

Detuve mis movimientos y miré lo que me había servido. Joder, se me había olvidado que acordamos que me guardaría un poco de comida en lo que me levantaba.

Busqué a Carlos con la mirada y lo encontré en la cubierta con Caco, el señor Sainz y más de esos invitados de los cuales ya ni me molesté en tratar de aprender el nombre. Seguro que se llamaban Carlos de todas formas.

Carlos me vio, o eso creía, traía lentes de sol así que era difícil saber, pero alzó una mano como para saludar y tanto Caco como el señor Sainz se voltearon a ver a quien había saludado, ambos imitándolo. Yo alcé mi mano también por cortesía con una sonrisa de labios cerrados, los demás voltearon a ver y asintieron hacia nosotras por cortesía.

Las ganas de gritar Carlos para ver cuantos respondían me estaban matando.

—Ah, cierto. Es que me gusta mucho comer —repliqué mirando mi plato con una mueca, ya haciéndome a la idea que me iba a tener que comer dos platos para no desperdiciar comida y ser educada.

Troublemaker [Carlos Sainz Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora