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H: herencia genética.

⋋⁠✿⁠ ✿⁠⋌

—¿Listo para perder? —Stiles, acostado en la camilla, le da una mirada a Derek, quien está sentado en la silla a su lado. El hombre lobo le da una sonrisa ligera.

En lugar de responder, niega con la cabeza. No creía perder está vez, estaba seguro que ganaría contra Stiles. ¿A quién le importaba que hubiera ganado las dos veces pasadas? Esta vez lo conseguiría.

Cuando la enfermera entra en la habitación con su bebé recién nacido, Derek se levanta de inmediato, observando como la mujer se lo entrega a Stiles. —Vendré más tarde. —se despide antes de dejar la habitación.

—Es hermoso. —Stilinski mira con adoración y amor a su tercer hijo, acariciando suavemente su mejilla.

—Todos lo son. —Derek se sienta está vez en el borde de la camilla, observando a su bebé y a su esposo. Dios, nunca imaginó que obtendría tanto, que existiera ese momento. Había encontrado el amor en la persona más inesperada, la cual le dió tres hermosos hijos.

—Es que somos buenos haciendo bebés. —Stiles bromea, pero tiene razón. La pequeña risa hace que su hijo se mueva, despertando de su pequeña siesta. —¡Oh! —el castaño se emociona. —Abrira los ojos. —dice.

Acercándose para ver con más detalle, Derek se siente emocionado. Sin embargo, cuando el pequeño bebé nombrado como Elías abre los ojos, suspira con decepción. Stiles celebra a su lado.

—Gané. —el chico con pecas como estrellas en el rostro canta victoria. —Te lo dije. —le dice al hombre lobo a su lado. —Nunca me equivoco.

Stiles y Derek tenían está pequeña apuesta sobre sus bebés, intentando descubrir quien adivinaria el color de ojos que heredarian. Stilinski acertó en los intensos ojos verdes de Nolan. Eran iguales a los de Derek, incluso tenían ese pequeño detalle dorado cuando veías de cerca. También le atinó al color de Alexander, su segundo hijo; ojos castaños que, contra la luz en un buen día, brillaban como el chocolate. El mismo tono que la madre de Stiles.

Y ahora, Elías. Derek había dicho que saldrían como los de Stiles, pero el humano aseguraba que no sería así. Y tenía razón. Los ojos que Eli heredó fueron los del padre de Derek. Ojos verdes azulados, suaves y amables.

—Ninguno tiene mis ojos. —a Stiles se le escapa.

—Podemos seguir intentando. —Derek se atreve a decir con una sonrisa enorme. —Quizás el cuarto sea-

—¡Estás demente! —Stiles estalla en una carcajada mientras empuja el brazo de Derek, quien casi cae de la camilla. —Basta de bebés. —dice con bastante seguridad. —He cerrado la fábrica, ningún otro bebé va a salir de mi. —amaba a cada uno de sus hijos, pero tener bebés era horriblemente doloroso y tedioso. —Este cuerpo no aguanta un cuarto parto, pero si quieres, puedes intentarlo tu. —le da una mirada a Derek, quien de inmediato hace una cara que demuestra lo imposible de esa sugerencia.

—Tres es perfecto. —pasa un brazo por detrás de la espalda de Stiles hasta apoyar la mano en su cadera, acercándolo para besar su cabeza. —Gracias. —dice sinceramente.

—Bueno, no los hice solo. —Stiles apoya su cabeza sobre el hombro de Derek, deslizandose en la camilla para poder encontrar una posición cómoda. —Así que gracias a ti también. —sonríe suavemente mientras ve a Elías simplemente estar tranquilo en sus brazos. Juntos estaban formando esa pequeña y perfecta familia.

A.B.C [sterek]Where stories live. Discover now