MOONLIGHT, magnus bane³.

trece

Magnus golpeó la puerta dos veces, había tocado timbre antes pero nadie había respondido. El sol apenas se estaba escondiendo, señal de que Camille debería estar en su casa ya que se negaba a vivir en el hotel con el resto de vampiros de su clan apesar de que se acostumbra a que el líder viva en el mismo lugar que ellos.

Las ventanas estaban tapadas con gruesas cortinas mágicas que no dejaba que ni una gota de sol traspasara la tela, dejando que Camille se mueva por su casa sin ningún problema. Magnus sabía que Camille lo había escuchado, probablemente ya hasta supiera quién estaba detrás de la puerta con lo agudo que los sentidos se ponían con el vampirismo.

— Sé que estás ahí, Camille — el brujo habló — podría deshacerme de esta puerta con algo de magia pero estoy siendo educado.

La rubia no respondió, para cualquier mundano la casa estaba abandonada pero para cualquier subterráneo que pasara por ahí se notaba que el lugar estaba habitado. A Camille no le gustaba pasar desapercibida, un buzón de correo con el nombre "C. Belcourt" tallado adornaba la entrada apesar de que entre el mundo de las sombras no se utilizaba la correspondencia mundana.

— Ella no saldrá — una voz masculina habló detrás de Magnus —, es obvio que está asustada de tí, me pregunto ¿Por qué?

Magnus se dió vuelta para ver a Dante parado justo al lado del buzón, había esperado tanto tiempo que la luna había aparecido al fin.

— ¿Qué haces aquí?

— Camille llamó a Raphael diciendo que venías a lastimarla, él es la mano derecha de ella sabes cómo funciona.

Magnus abrió la boca para reponer pero el rubio siguió hablando.

— Santiago está ocupado con otros temas importantes y yo me estoy yendo a Las Vegas, no me costaba mucho venir a pedirte que la dejes en paz de pasada.

-— Camille ha estado hablando mal de mí.

—  ¿No es lo que hacen las ex novias?

— No lo entiendes, Dante.

— Si es por Nathan a él no le importa los rumores que se corren en el submundo, ni de tí ni de nadie. Así que no te preocupes por si podría tener una mala imagen tuya.

El brujo frunció el ceño mientras el vampiro rodaba los ojos y se acercaba a él.

— Por favor, Magnus — Dante prosiguió — todos ven cómo miras a Nathan, eso y que Tauriel me contó que la rechazaste por salir con él. Solo Nathan es lo suficientemente despistado como para no darse cuenta.

— ¿En serio?

Dante asintió y posó su mano derecha en el hombro de Magnus antes de mirarlo con seriedad.

— Solo te advierto que tal vez Nathan no le presta atención a los rumores sobre tí pero su círculo cercano sí lo hace, incluído yo, y le prometí a su madre que lo cuidaría de lejos, así que cualquier cosa que hagas o digas que a Nathan no le agrade en absoluto, iré por tí ¿me entiendes? y no solo yo, Mckenna, Makayla y hasta Caspian irá detrás tuyo.

— No planeo lastimar a Nathan, Moretti. Mi intención es similar a la de ustedes, es estar con él y cuidarlo, mimarlo y hacer cosas para asegurar su bienestar.

El hombre de ojos verdes asintió y se alejó de Magnus dos pasos hacía atrás, volvió a hablar antes de girar y regresar por donde había llegado.

— En ese caso no sé qué estás haciendo aquí, buscando a Camille en lugar de intentar ser sincero con Nathan. No tienes 16 años.

Magnus suspiró cuando el vampiro se alejó por la calle, giró a ver la puerta que seguía cerrada. Dante tenía razón, no debía gastar su tiempo intentando hacerle entender a Camille que no debía ventilar su privacidad a cualquier subterráneo que golpeara su puerta. Menos aún inventar una relación que no había sucedido, él y Will habían sido buenos amigos en su momento pero Camille había malinterpretado las cosas aunque Magnus debía admitir que ni él ni William se habían molestado en desmentir lo que la vampira había concluido, pero eso sucedió hace muchos años ¿Cómo era que Camille aún creía aquello?.

El brujo miró sus botas antes de dar media vuelta y comenzar a caminar hasta su departamento, mañana iría al bar nuevamente a intentar hablar con Nathan, quería explicarle lo sucedido y esperaba que Caspian no estuviera alrededor, antes de comenzar a realizar la idea descabellada de Makayla debía arreglar su relación con el pequeño hombre lobo. Detestaba estar lejos de Nathan, extrañaba sus brillantes ojos azules como el océano y su bonita sonrisa que podría convencerlo de cualquier cosa. La semana sin el menor había sido interminable pero con suerte acabaría y no volvería a pasar.