Capítulo 23: Cowboy like me

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ミ★ 𝘛𝘢𝘬𝘦𝘴 𝘰𝘯𝘦 𝘵𝘰 𝘬𝘯𝘰𝘸 𝘰𝘯𝘦 

𝘠𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘢 𝘤𝘰𝘸𝘣𝘰𝘺 𝘭𝘪𝘬𝘦 𝘮𝘦★彡

El viernes por la mañana la familia de Reese estaba prácticamente lista para partir a un fin de semana en el rancho vacacional de Francis. Excepto su madre que por un cambio de último momento decidió no ir, lo cual emocionó mucho a sus hijos. Cuando Regina llegó para unirse a ellos, se encontró con los tres hermanos metidos en el auto deseando alejarse de su madre por dos días. Luego de que Reese la ayudara a guardar su equipaje, se sumó al aburrimiento de su espera por Hal sentándose entre Dewey y Reese en los asientos de atrás, mientras que Malcolm se mantuvo en el lugar del copiloto. 

— ¿Por qué tu novia va a todas nuestras salidas familiares y la mía no? —preguntó Malcolm girando la cabeza hacia atrás para verlos desde el asiento del copiloto, rompiendo el silencio del auto. 

— Porque no está loca. —respondió Reese sin siquiera dudarlo. 

— Porque somos mayores que tú. —agregó Regina, levantando su cabeza que reposaba en el hombro de Reese. 

— Porque nuestros padres son amigos. —siguió respondiendo Reese. 

— Porque Piama me invitó. —continuó Regina. 

— Porque... —trató de seguir enumerando Reese, pero Malcolm lo interrumpió con un grito de frustración que hizo reír tanto a la pareja como a Dewey. 

— No es justo —murmuró Malcolm volviendo a girarse hacia el frente para llevar su vista a la ventanilla. 

— ¿Podemos montar a caballo en un rancho? —preguntó Dewey mirando a Regina con ilusión. 

— Espero que sí, los caballos son lindos —respondió Regina con la misma ilusión que el niño, quien asintió con una sonrisa sin dientes. 

— No podremos si no salimos de aquí —dijo Reese con hartazgo, haciendo a un lado a su novia para poder inclinarse entre los asientos de adelante y tocar la bocina varias veces. — ¡Vámonos papá! —gritó entre bocinazos. — ¡La verás el domingo! —volvió a gritar, logrando que su padre saliera de la casa por fin. 

— Tenía... que traer mi café. —dijo Hal apoyándose en la ventanilla del asiento del conductor y enseñándoles un vaso térmico antes de entrar al auto. Tenía el cabello despeinado y los labios llenos de labial rojo, claramente era mentira. — Bien, caballeros, señorita... —dijo Hal pasando su vista por todos los presentes con una gran sonrisa, ignorando sus miradas de impaciencia. — ¿Están listos? 

— ¡Sí, ya vámonos! —exclamaron los cuatro al unísono mientras Hal encendía el motor del auto. 

— Cinturones... —dijo Hal, poniéndose su propio cinturón mientras comprobaba que todos tuvieran el suyo. — ¡Listo! Mapa... listo. ¿Gafas de sol? Listo. —comenzó a enumerar, analizando que todo lo que necesitaba estuviera en el auto. —Almohadilla lumbar... —dijo con una sonrisa, tomando la almohadilla para colocarla detrás de su espalda, moviéndose en su lugar para ponerse cómodo. Viendo que les llevaría un buen rato arrancar, Regina volvió a acurrucarse sobre el hombro de Reese, abrazando su brazo y cerrando los ojos con la idea de dormir. — Espejos... ch, ch, ch —dijo señalando cada espejo. — Listo. —confirmó por último, pero cuando estaba a punto de arrancar el auto giró a ver a sus hijos como si hubiera escuchado algo extraño. — ¿No escuchan que está sonando una válvula? 

— ¡Papá! —gritaron sus tres hijos a la vez con hartazgo. Reese lo hizo especialmente fuerte, inclinándose hacia delante y levantando las manos con hartazgo, lo cual sobresaltó a Regina que se enderezó al instante. 

❀ Shy Girl ❀ Reese WilkersonWhere stories live. Discover now