Cap.17 (Mia)

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Su guardaespaldas, el señor Mickel Lewis que aparte también era su chofer personal me hizo subir al bonito audi color negro mientras conducía llevándome al apartamento de Nathaniel.

- Señorita ya hemos llegado - me dijo Mickel

Resulta que Nathaniel tienes casas repartidas por todos sitios, parece ser que no le gusta quedarse en hoteles.

Mickel no era un hombre de muchas palabras, se mostraba serio, calculador y cuando le preguntabas algo prefería contestar monosílabos a algo más elaborado.

Salí del coche y me encamine a la entrada de ese rascacielos, en la puerta de la entrada habían dos seguratas que se negaban a hacer pasar a unos jóvenes que querían pasar alegando que se querían hacer unas fotos.

- Esto no es una atracción turista a si que marcharos - dijo uno de los seguratas.

La pareja de jóvenes se marchó remusgando algo.

- Buenas tardes, soy Mía Smith, el señor Nathaniel Black me ha mandado a que me instale aquí, en su apartamento - dije bastante nerviosa

- Buenas tardes Mía, estamos al tanto de ellos el señor Black nos llamó para confirmarnos que a partir de ahora vivirías con el, vive en el último piso que viene siendo el cincuenta y nueve, para ingresar a su casa necesitas un código -

-¿Como que un código? - dije

- Cuando entres en el ascensor podrás acceder a todos los pisos excepto al de el señor Black, para acceder a su apartamentos debes ingresar una contraseña que te pide el ascensor -

- ¿Y cuál es la contraseña?

- La contraseña es 2002 -

Los seguratas me abrieron la puerta de la entrada del edificio para que pasase, el edificio en si era elegante pero el ver como era por dentro era de otro mundo.

El suelo era de como de un mármol brillante y blanquinoso, mientras que del techo colgaba una lámpara de pequeños cristalitos, esto era precioso quien lo hubiese diseñado tenía muy buen gusto y mucho dinero de eso no cabía duda.

Había un pequeño recibidor en donde estaba un hombre mayor y una chica joven, me saludaron cordialmente y se ofrecieron a ayudarme.

En uno de los laterales estaban los ascensores, en total cinco ascensores.

Entre en el ascensor y toque el número cincuenta y nueve inmediatamente me pidió la contraseña como bien me explicaron los seguratas, ingrese la contraseña y el ascensor empezó a subir.

Aproveche para mirarme en el espejo del ascensor, estaba horrible, unas ojeras pronunciadas, cara pálida, la ropa sucia, parecía una mendiga.

El ascensor se abrió dando paso al enorme salón, compuesto de un sofá blanco, una mesa pequeña negra, un gran televisor, el suelo era de un parqué precioso.

Entre dentro del salón y admire el apartamento, tenía una cocina americana en tonos blancos y negros, un balcón que me daba un vértigo impresionante, un despacho y dos habitaciones con sus correspondientes vestidores y baños.

Mi habitación porque así lo intuí ya que en la otra estaban las pertenencias de Nathaniel, era incluso más grande que mi pequeño apartamento, tenía una cama de matrimonio enorme, con sus mesillas a juego, un balcón, un televisor enorme colgado en la pared, un vestidor enorme  y un baño que hacía suspirar con solo mirarlo.

Si estuviese en otras circunstancias estría encantada de la vida de estar aquí.

Me sente en el sofa y admire la casa con un suspiro.

Que Nathaniel me contase todo sobre su pasado hacia que las piezas que en mi cabeza están desordenas comenzasen a encajar una a una pero aun así no era como si pudiese perdonarlo y ya esta.

El es un mafioso peligroso, mata a personas, trafica con droga y hace cosas que no están bien vistas, ¿como voy a  apoyar yo eso?, ¿como demonios le voy a hacer?, yo no quiero estar con una persona así.

Y ahora por culpa de Nathaniel me persigue una banda de mafiosos narcotraficantes que me quieren matar con el fin de que Nathaniel no tenga herederos..., como si yo le fuese a dar un hijo a Nathaniel, por Dios en qué cabeza cabe.

Y entonces te preguntas ¿ Y que mierdas pinto yo en medio de toda esta puta mierda?

La respuesta es sencilla, si se hubiese limitado a decir que era su arquitecta de confianza, su secretaria, su trabajadora, su niñera... pero no decidió decir que era su futura esposa.

¡JODER! - dije gritando en la casa

Cuando la puerta se abrió dejando ver a un Nathaniel entre cansado, y sorprendido de haberme escuchado gritar.

- No se si quiero saber porque gritabas - dijo cerrando la puerta por donde había entrado.

- ¿Que porque gritaba? - le dije con sarcasmo.

Nathaniel me miro estático, esperando que soltase todo.

- Sabes que pasa, que resulta que le has dicho a unos mafiosos que soy tu mujer cuando es mentira, que vienen a por mi porque te voy a dar un heredero cuando es no va a pasar jamás, y que por tu puñetera culpa tengo que vivir como si estuviese encarcelada - dije en un tono frío, mientras con cada palabra me acercaba más a él hasta tenerlo a centímetros de mi cara.

Nathaniel trago saliva sintiéndose realmente incómodo.

- Mía no era mi intención que pasase todo esto... -

- Eres un puto egoísta, siempre lo has sido no sé ni de que me sorprendo, pero esto, esto es pasarse de la raya - dije gritándole y encaminándome hacia la que a partir de ahora sería mi habitación.

Enamorada de un MafiosoWhere stories live. Discover now