1: Un Martini

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Una vez la noche había caído en la ciudad, las luces de neón empezaron a encenderse una a una, la banda que tocaría había acomodado todos sus equipos en la tarima y el ambiente poco a poco empezó a tomar vida.

Era un típico viernes en Mystic Red Bull, las personas de a poco empezaban a llenar el lugar con euforia y ganas de quitarse el estrés de la semana, la mayoría eran jóvenes que quizás habían salido de la universidad a celebrar con sus amigos y también adultos que al parecer salían de sus trabajos, el punto era que el bar se llenó de vida; las mesas fueron ocupadas con el pasar de los minutos, al igual que la barra, el volumen de la música había subido considerablemente, mientras se esperaba que los artistas de la noche hiciesen su presentación.

Usualmente los viernes suelen ser divertidos, aunque evidentemente los sábados son superiores por la mayor cantidad de clientes, sin embargo, a Max le gustaba el hecho observar cómo poco a poco, la gente de su alrededor se embriagaba y se divertía.

—Un Long Island iced tea, por favor —le dijo una voz femenina.

La chica que tenía en frente lo miraba coqueta, recorriéndolo con sus ojos de pies a cabeza.

Max le dirigió una sonrisa y asintió, empezando a reunir los ingredientes que usaría para preparar el cóctel, era algo que se sabía de memoria: puso los hielos en el vaso, vodka, tequila, ron blanco, gin, triple sec, jugo de limón, almíbar, mezcló todo para integrarlo y finalmente agregó un poco de Coca Cola para darle el color característico a té. Era una bebida fuerte, cabe recalcar, pero su trabajo era satisfacer a los clientes que se acercaban a la barra y no cuestionarles la cantidad de alcohol que estaban por ingerir.

Una vez finalizado el cóctel, se lo acercó a la chica que antes había hablado, quién tomó el vaso, rozando su mano con la de Max, generando un sutil contacto que no pasó desapercibido por él.

— ¿Cómo te llamas, guapo?

El rubio continuó sonriéndole y llevó un dedo hacia su pecho, señalando el membrete dorado que tenía sobre su camisa negra.

—Max —habló la chica —. ¿Tienes novia?

El mencionado esbozó un par de risitas ante aquella pregunta y se aclaró la garganta.

—No tengo —atinó a decir.

Hasta ahora no había analizado bien el rostro de la mujer, se dio cuenta que era muy atractiva, su cabello negro brillante caía hasta sus omoplatos formando ondas sutiles, el gris de sus ojos resaltaba bien en su piel bronceada al igual que el color nude de sus labios y llevaba puesto un collar plateado que de alguna manera iluminaba la zona de su clavícula, tenía puesto lo que parecía ser un vestido de lentejuelas que se ceñía muy bien a su figura.

Ambos se miraron durante un largo periodo de segundos, hasta que un nuevo cliente se acercó a la barra, distrayendo al neerlandés por completo.

—Buenas noches, un Martini —la voz masculina hizo que el chico de ojos celestes se enfocara en la persona que tenía en frente.

Sus ojos chocaron con un par de orbes verdes azuladas que brillaban un montón, la pálida piel del chico junto al rosado de sus mejillas, hacía que estos resaltasen muchísimo. Su cabello era de color chocolate y se encontraba ligeramente despeinado, era joven casi de la edad de Max, pero por alguna extraña razón impartía un aire a elegancia que dejó ensimismado al bartender, quien solo se limitaba a mirarlo.

La cara le resultaba reconocida, pero no lograba recordar de dónde.

Ambos se miraron durante un largo periodo de segundos, hasta que el recién llegado carraspeó, haciendo que el rubio volviese a la realidad.

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