8: Excusas

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Si minimizo mi patrimonio neto, ¿todavía me amarías?
Mantente constante, preferiría que confíes en mí antes que amarme

Se sentía muy pequeño ante la imponente presencia del otro,  Charles se quedó estático ante las palabras de Max, en completo silencio, sin tener la más remota idea de qué responderle o de cómo actuar

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Se sentía muy pequeño ante la imponente presencia del otro, Charles se quedó estático ante las palabras de Max, en completo silencio, sin tener la más remota idea de qué responderle o de cómo actuar. La profunda voz del neerlandés seguía escuchándose en su cabeza y el continuar sintiendo el tacto de este sobre su rostro, lo tenía embelesado.

Su corazón estaba frenético, los ojos azules de Max estaban fijos en él, con neutralidad. Pero eran tan inquietantes, fríos y dominantes que lo tenían ahí, haciéndolo sentir extremadamente nervioso e incluso intimidado. A Charles le costó salir de aquel estado catatónico, era incapaz de procesar lo sucedido durante los últimos minutos, no podía comprender a la perfección las palabras emitidas por el rubio.

Tragó saliva, con su corazón dando un vuelco. Su respiración se tornó ineficiente, sentía que sus manos sudaban y una extraña sensación apareció en su estómago.

Tenerlo tan de cerca era algo que lo había tomado por sorpresa, en ningún momento se le cruzó por la cabeza que Max lo haría. Extrañaba su cercanía, pero se sentía un poco raro con esta, quizás porque no estaba acostumbrado a la nueva versión que tenía en frente, quizás porque había pasado un montón de tiempo.

—Significaste mucho para mí, Charles —de nuevo escuchó la voz del neerlandés, casi en un susurro —. No sabes cómo me dolió el que te hayas ido, pero no podía obligarte a quedarte en esta ciudad, viviendo el mismo martirio que yo, cuando siempre tuviste mejores oportunidades que debías aprovechar...Además, ni en mil años mi padre iba a aprobar nuestra relación.

— ¿Y ahora qué, Max? —finalmente pudo hablar, en el mismo tono de voz bajo.

El mencionado elevó una ceja sin terminar de comprender lo dicho por el monegasco.

— ¿Ahora qué piensas hacer? Ya no tienes a tu padre atormentándote la vida, me fui a Mónaco y volví, volví para buscarte —siguió hablando —. Terminé mi carrera, tengo una trabajo estable, mi vida depende solo de mí, puedo tomar las decisiones que quiera, aproveché todos los privilegios con los que he crecido, pero nada de eso me llenó.

Max se quedó en silencio, sin desviar la mirada del de ojos verdosos.

—Quería recuperarte, por eso te busqué —confesó, con sinceridad, sintiendo que algo en su pecho explotaba, su cuerpo se invadió de una extraña sensación de adrenalina que aceleró aún más su corazón —. Te busqué ahora que ambos somos adultos y que aprendimos de nuestros miedos e incluso errores del pasado, pero no sé qué es lo que sientes, ¿Lograste pasar página o aún soy un capítulo sin terminar?

Verstappen parpadeó de manera lenta, mientras mordía levemente su labio inferior. Charles se escuchaba muy serio al hablar, que no sabía cómo actuar, sintió que una corriente eléctrica pasó por su espina dorsal, provocando una especie de sensación placentera en su cuerpo. Su corazón se aceleró, sintió que su rostro se calentó más que de costumbre y sus manos temblaron levemente, lo que lo obligó a alejarlas del rostro del monegasco, quien lo miraba de manera expectante con sus esmeraldas, con sus hermosos ojos.

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