11: Parte irracional

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— ¿Hola? ¿De quién es este número? —la voz de Max resonó en el silencio de su departamento.

Era de noche y estaba viendo una serie que lo tenía muy enganchado, en su totalidad, el día había sido muy aburrido. Está tan acostumbrado al trabajo que, cuando no tiene que hacer este, se siente un poco fastidiado. La verdad es que el no tener nada que hacer lo único que hace es incrementar los pensamientos que usualmente se le cruzan por la cabeza y aumentar la sensación de soledad que perdura en su interior.

Lo cierto es que siempre ha dependido de algo que lo distraiga para estar "bien" o al menos sentirse más cómodo con el ambiente. Si bien, es verdad que en cierta parte le gusta pasar tiempo a solas, cuando el tiempo es excesivo, siente que este lo perturba. Puede ser un poco extraño, pero así funcionaban las cosas con él.

¿Hola? ¿Max?

¿Quién habla? —el mencionado preguntó con curiosidad.

Cuando la llamada entró a su celular, el identificador señaló que se trataba de un número desconocido.

Soy Charles —le respondieron con rapidez.

Permaneció en silencio durante unos cuantos segundos, asimilando lo que sucedía. Seguía sin entender cómo es Charles obtenía ese tipo de información sobre él que evidentemente no le había dado. Podía hacerse un montón de hipótesis al respecto, desde lo más cotidiano y tranquilo, hasta lo más calculado y premeditado, pero realmente no sabía lo que pasaba o como siquiera sacarle esa información al monegasco. A lo mejor y estaba pensando mucho las cosas.

—Ah, ¿Sucede algo?

No sabía cómo más contactarte, así que...eh, me pasaron tu número —se excusó Leclerc.

— ¿Es algo sobre el cuadro? ¿Olvidé algo en tu casa el otro día? ¿Estás bien?

Escuchó la suave risa del chico de Mónaco a través de la línea.

No es nada de eso, quería invitarte a salir —aclaró Charles, con seguridad —. O más bien, invitarte a pasar el día conmigo.

Max se quedó en completo silencio durante un rato, pensando en la invitación de Charles. Era un poco inusual, si le preguntaban. Casi nunca recibía llamadas y mucho menos llamadas de alguien invitándolo a salir.

No tendría trabajo durante toda la semana, debido a que el jefe de su trabajo de medio tiempo decidió remodelar gran parte de la tienda por cuestiones de estética. Y aún faltaba un poco para que el viernes llegase y deba asistir a Mystic Red Bull a como se había acostumbrado. El rubio es una persona rutinaria y, hasta el momento, lo único que se mantenía tal cual la rutina era sus asistencia a la universidad, su semana había sido atípica, claro está y ya no sabía qué más hacer por las tardes, en la soledad de su departamento.

—Si es que acepto, ¿Qué haremos? —cuestionó, tomando a consideración la posibilidad de pasar tiempo con el monegasco.

La verdad es que aquello no solo estaba influenciado por su aburrimiento, sino por la extraña necesidad que le había nacido, de verlo. Tras haber pensado mucho sobre el hecho de que lo único lo que los une es el cuadro que pinta para él —el cual ha retrasado su entrega y el desarrollo de toques finales —, llegó a la conclusión de que debía buscar sus manera de aún conectarse a Charles.

Si bien, aún tenía sus dudas y no sabía si es que lo que hacía estaba bien o no, la necesidad de tenerlo de frente o a su lado, hacía que su parte irracional tomara las decisiones importantes. O más bien, que buscase alguna manera de tener al monegasco de cerca. Pero eso le pasaba muy en el fondo, tanto que, aún ni siquiera era capaz de aceptarlo, de aceptar que aún quería algo de Leclerc. Max actuaba según su inconsciente.

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